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APP’s agropecuarias vs inflación
De cara a la inflación más alta de las últimas dos décadas, el gobierno mexicano busca una alternativa que evite que el más injusto de todos los impuestos profundice el impacto que siente ya la población en general y en particular la más vulnerable.
La circunstancia se observa tan apremiante que se analiza utilizar toda la artillería. Desde el aumento acelerado de la producción agropecuaria, la asociación entre el gobierno y la iniciativa privada y hasta el aumento del bombardeo de nubes para estimular la lluvia.
La doble crisis internacional que se registra, no solo trae de cabeza al Banco de México –gobernado por Victoria Rodríguez Ceja–, que de acuerdo con la mayoría de los analistas no tendrá más remedio que elevar su tasa de interés de referencia a entre 8 y 8.5% para el cierre del año.
La preocupación ahora la tiene también el propio gobierno que desde la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) encabezada por Víctor Villalobos, propone un acuerdo de emergencia con los productores agropecuarios para aumentar la producción.
Es tal el nivel de urgencia, que se ha planteado recurrir incluso a la figura de las Asociaciones Público Privadas (APP’s), tan estigmatizadas y maldecidas, en la plenitud de los tiempos cuatroteístas.
El objetivo es aumentar la producción agropecuaria para garantizar la seguridad alimentaria y mitigar la inflación en alimentos. La pandemia del Covid-19 y su prolongada permanencia más la crisis geopolítica entre Rusia y Ucrania se han conjugado y están generando una oleada inflacionaria mundial.
En ese contexto, la Sader y el Consejo Nacional Agropecuario, encabezado por el también presidente de la Unión Nacional Avícola, Juan Manuel Gutiérrez Martín, acordaron sumarse a la meta nacional de aumentar la producción del subsector bovino, porcino y avícola.
El punto central es reducir la dependencia alimentaria del exterior. El propósito es cerrar el ciclo con 6 millones de toneladas adicionales de granos de uso pecuario e industrial. Los productores asociados y la agroindustria del subsector bovino, porcino y avícola, acordaron establecer un frente común para atender de forma prioritaria la estrategia de seguridad alimentaria y mitigación de la inflación en alimentos.
Sin que se afecte el flujo abierto de mercancías, el CNA se comprometió a aumentar la producción de proteína agropecuaria y a la contratación de granos y oleaginosas para la industria de alimento animal.
Villalobos puso sobre la mesa la posibilidad de establecer alianzas público-privadas para aumentar la producción pecuaria, bovina y avícola, así como el volumen de granos y oleaginosas, necesario para la industria animal.
También se habló sobre el financiamiento a través de incrementos de líneas de crédito para aprovechamiento de materias residuales, como gallinaza y estiércol de ganado, en la elaboración de fertilizantes de base orgánica, con capacitación a productores y vinculación a los centros de engorda.
Bueno hasta se expuso la posibilidad de aumentar el bombardeo de nubes para propiciar la estimulación de lluvias que ayude a las pequeñas unidades agrícolas y pecuarias.
Al gobierno mexicano no le queda más que reconocer la enorme dificultad que representa el entorno internacional.
Ayer mismo, el presidente del Banco Mundial, David Malpass, dijo que el mundo vive una época de crisis superpuestas como nunca antes.
Y advirtió que la guerra de Rusia contra Ucrania agravará la pobreza, el hambre y el endeudamiento de los países vulnerables que traían de por sí un desgaste importante tras la pandemia.
A todo ello, el gobierno mexicano debería reflexionar si vale la pena o no agregar un elemento más que debilitará a la economía nacional: la Reforma Eléctrica. Son muchas y variadas las advertencias de que de aprobarse lo que propone el gobierno en esa materia provocará una tremenda recesión en la economía nacional.
Al tiempo.