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Acapulco, catástrofe y oportunidad
Acapulco es un sitio privilegiado en términos de valores ambientales, escénicos y paisajísticos, que lo hicieron, en su tiempo, un destino turístico de enorme prestigio internacional. Sin embargo, ha sido tal vez el municipio peor gobernado de México en las últimas décadas.
El huracán Otis ha sembrado ruinas sobre una agobiante decadencia, degradación, y desprestigio. Sus impactos han sido brutales. Acapulco podría quedar en ruinas durante décadas, en un escenario inercial, sin una batuta externa y sin un catalizador institucional, político, y financiero determinante. Se requiere una acción radical.
Es imperativo desaparecer poderes locales en Acapulco, sumidos en la ineptitud y en la estulticia. Debe crearse por Ley una nueva instancia de gobernanza, al estilo de los centros integralmente planeados de Fonatur, que planee, ordene, proyecte, construya, administre y opere la reconstrucción.
Este organismo debe depender de la Federación como organismo público descentralizado, constituirse como Fideicomiso, con un Comité Técnico integrado por funcionarios, empresarios, bancos, aseguradoras, y colegios de arquitectos e ingenieros, así como por sociedad civil, y, por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Debe ser presidido por un empresario prestigiado que haya invertido de manera sobresaliente en la ciudad.
El organismo deberá imponer la legalidad y el estado de derecho, y desplazar al crimen organizado con una estrategia inteligente y asertiva de seguridad. El nuevo organismo debe retomar la experiencia de la reconstrucción de la CDMX después de los sismos de 1985 con Renovación Habitacional Popular y FONHAPO.
La vivienda popular y media debe ser financiada a fondo perdido, dado que la gente se ha quedado sin empleo, y debe ser respaldada con manuales sencillos y bancos de materiales accesibles bajo supervisión de un cuerpo profesional de arquitectos. Deberán suspenderse pagos por impuesto predial, regularizarse todo tipo de propiedades a título gratuito por parte de notarías, y negociarse con compañías aseguradoras la condonación de los deducibles.
Deberán expropiarse concertadamente predios abandonados, con el financiamiento de indemnizaciones por parte del sector privado, para hacer un reciclaje inmobiliario. Todo ello, a partir de un minucioso trabajo social de concertación y participación de la ciudadanía, barrios, colonias, unidades habitacionales, y condominios.
Deben preverse mecanismos de financiamiento blando o concesional para la reconstrucción de hoteles medios, departamentos y áreas comunes de condominios no asegurados. La reconstrucción en su conjunto, debe crear los empleos requeridos para compensar los empleos perdidos por el colapso del turismo, a través de un Programa de Empleo Temporal.
Tal vez, la reconstrucción, haga que resurja una casi inexistente sociedad civil en Acapulco, al igual que ocurrió en los sismos del 85 en la CDMX. La reconstrucción de Acapulco será una tarea titánica, pero también, una inédita oportunidad para recuperar un nuevo esplendor y atractivo, así como su vocación internacional, y proyectarla como una de las grandes nuevas ciudades-puerto del mundo.
Esto, con una filosofía de sustentabilidad ambiental, resiliencia, competitividad, armonía arquitectónica y urbana, belleza, inclusión social, seguridad, y alta calidad de vida. Será indispensable diseñar para ello un gran Plan Maestro. Tendrá que contemplar la reubicación de viviendas, rehabilitación escénica del anfiteatro y del Parque Nacional del Veladero, saneamiento y tratamiento de aguas residuales, espacios públicos peatonales, áreas deportivas y áreas verdes, nuevos sistemas de aseo urbano y recogida y manejo de residuos, sistemas de movilidad entre la Bahía, Acapulco Diamante, Puerto Marqués, y el viejo Acapulco, metro-buses, y ciclovías.
Habrá que sanear el río de la Sabana, y restaurar las lagunas de Tres Palos y de Coyuca, y diseñar un programa específico de recuperación y revitalización del Centro Histórico y del Acapulco Clásico, así como de la Costera Miguel Alemán, al igual que nuevos esquemas de regulación, gobernanza, limpieza y ordenamiento de playas y de la Zona Federal Marítimo-Terrestre. Será preciso convocar de inmediato a un concurso internacional con los mejores arquitectos y urbanistas.
Después del huracán, Acapulco no debe retomar el proceso de decadencia y abandono. Se requiere un presupuesto de inversión histórico para ello, que sin embargo es asequible para las finanzas públicas, de alrededor de 300 –500 mil millones de pesos a lo largo de diez años. Esto es una cantidad similar a lo que costarán el Tren Maya (500 mil millones de pesos), y la refinería de Bocas (400 mil millones de pesos), o la cancelación de Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco (300-400 mil millones de pesos).
Esto debe ser previsto en la discusión del Presupuesto 2024 en la Cámara de Diputados, junto con el restablecimiento pleno del Fonden, el fortalecimiento del Cenapred y del Sistema de Protección Civil en el contexto de políticas serias de Adaptación al Cambio Climático. El calentamiento global hará que cada vez sean más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos como Otis.
@g_quadri