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Adiós a Pitchfork y el estado del periodismo musical
La semana pasada hablamos sobre el estado de la industria musical. Esta semana nos enfocaremos en el estado de la prensa musical. El miércoles 17 de enero el conglomerado mediático Condé Nast anunció que fusionará Pitchfork con la revista GQ. La decisión implica el despido de gran parte del equipo editorial de Pitchfork y el fin de una era.
Pitchfork comenzó en 1996 como un blog especializado en música alternativa indie, creado por Ryan Schreiber, el mismo año en que The New York Times lanzó su sitio web y en un momento en el que las grandes cabeceras de música como Rolling Stone o Spin aún no daban el salto a internet.
Pitchfork se convirtió en uno de los primeros medios nativos digitales dedicado en su totalidad a la cobertura de música, que no sólo se distinguía por su cobertura sino por su visión crítica. A lo largo de dos décadas cambió su visión editorial de ser solo un promotor de las voces fuera del mainstream a abrazar el pop y también música de otros rincones del mundo fuera del núcleo anglocentrista.
Condé Nast adquirió Pitchfork en octubre de 2015. Desde su adquisición Pitchfork perdió presencia y como toda la industria de medios digitales se ha enfrentado al panorama desolador de una audiencia menos lectora y cada vez más atomizada, sobre todo en cuestiones de música.
Aunque en 2023 algunas cabeceras de medios principales dedicaron horas y cientos de notas de cobertura a artistas como Taylor Swift. Hubo incluso quienes lanzaron coberturas especializadas —como lo hizo el sitio Gannett para cubrir de tiempo completo a Swift y el USA Today para Beyoncé, cada vez se dedica menos espacio a la cobertura especializada de música y los que realizamos dicha labor no subsistimos sólo de esto.
Al igual que otros medios de música, Pitchfork nunca estuvo exento de las críticas, sin embargo ayudó a que intrépidos lectores de todo el mundo pudieran acceder a nuevas fuentes de conocimiento.
Pitchfork ofrecía una voz única y que ayudó a darle una ventana a una generación de periodistas musicales. La extinción de Pitchfork exhibe también cómo la prensa musical se ha precarizado en el nuevo milenio y se suma a la lista de medios internacionales que han reducido sus operaciones o que de plano han desaparecido.
Como lo reportamos la semana pasada, en 2023 se subieron 103,500 canciones nuevas diarias a los servicios de streaming. Se necesitan voces especializadas que nos guíen entre la abundancia de la producción musical, que nos ayuden a contextualizarla, entenderla y, sobre todo, compartir su goce.
Los despidos en Pitchfork se suman a una serie de liquidaciones que se expanden hacia el resto de la industria discográfica en plataformas como Spotify, Amazon Music, SoundCloud, YouTube, Tidal, Bandcamp, así como Universal Music, que se han oficializado en las últimas semanas.
La desaparición de Pitchfork es una pérdida para toda la prensa musical escrita, así como lo fue la muerte del “jefe de la onda” José Agustín en México y de la locutora británica Annie Nightingale. Para los que nos dedicamos a este oficio, las páginas de Pitchfork y los textos de Agustín son fuente inagotable de conocimiento y puertas a nuevos mundos musicales. Los fanáticos seguiremos buscando nuevos rincones para acercarnos a nueva música y llegará, espero, un nuevo medio que sustituya esta ausencia.
Lo más importante es que haya espacios para que se pueda seguir desarrollando el periodismo musical. Que los periodistas de este nicho estén tan bien capacitados y documentados como los especializados en negocios, finanzas y política. Pero lo más importante es que existan mentes curiosas, deseosas de ayudarte a encontrar tu próxima canción favorita.
