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Opinión

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Autopsia de la política exterior de México

El vecino de la casa que arde solo observa. En su lógica, la frontera es lo suficientemente ancha y robusta para impedir que las paredes colapsen y el infierno llegue a su casa.

Donald Trump ya va adelante en las encuestas y la crisis migratoria juega a su favor.

Ya fueron 250,000 los cruces fronterizos en un solo mes (diciembre), y 6 millones acumulados en el gobierno de Biden.

El gobierno del presidente López Obrador ha tenido tres años para anticiparse al posible regreso de Trump a la Casa Blanca.

Cerrar la frontera ha dejado ser monopolio del trumpismo; quién lo diría, Biden ha sido arrastrado por la campaña de su rival.

Vendrán los chantajes; las nuevas órdenes ejecutivas redefiniendo el Título 42; también los obsequios tipo “Quédate en México”; la desinstitucionalización de la relación bilateral.

“Que bueno que no firmamos un acuerdo de tercer país seguro, porque imagínense lo que hubiera pasado”, afirmó en alguna ocasión el creador del obsequio: Marcelo Ebrard.

De haber firmado un acuerdo, Estados Unidos hubiera pagado a México para atender de manera digna a los migrantes, y así se hubiera evitado lo ocurrido hace un año en Ciudad Juárez donde murieron 40 venezolanos tras las rejas de un centro de retención.

Lord molécula no es una caja de resonancia comparable con el volumen que tiene la sala de conferencias de la Casa Blanca. El primero levanta pancarta para el pueblo, la segunda informa al mundo.

El costo de oportunidad de haber tenido una política exterior menguante está arrojando resultados preocupantes.

La renovación del Acuerdo Global con la Unión Europea corre la misma velocidad que el tren México-Toluca; el acuerdo comercial que se tuvo que haber negociado con Corea del Sur presenta la misma salud que el aeropuerto de Texcoco; el deterioro de la Alianza del Pacífico es tan preocupante como lo fue la ausencia de AMLO en Los Ángeles durante la Cumbre de las Américas.

El Gobierno mexicano se ha olvidado de la frontera sur. No hay cumbres ministeriales con Guatemala, El Salvador y Honduras. Los árboles no sustituyen a los políticos.

La voz de México en el mundo ha perdido sonoridad. El apoyo de Estados Unidos a Bernardo Arévalo, quien recibió junto a su partido Semilla una persecución judicial, no lo hizo con la boca chiquita. Lo hizo presionando y sancionando.

¿Era imaginable que Arévalo, un socialdemócrata progresista, recibiera un apoyo mucho más enérgico de parte de Estados Unidos que de México?

AMLO y Ebrard decidieron apoyar a Evo Morales, personaje que violó la Constitución que él mismo elaboró. La mayoría de ciudadanos que participó en el plebiscito de 2015 decidió dejar fuera a Morales de la boleta electoral en 2019. Lo que vino después fue un capítulo de muertes en Bolivia, pero abrazos de Ebrard y AMLO en México.

Algo similar ocurrió con el peruano Pedro Castillo. El día que intentó propinar un golpe al Congreso, ya tenía abierta la puerta de la embajada de México en Lima.

El mismo tono musical sonó con Maduro. AMLO decidió sacar a México del Grupo de Lima. Bien. La OEA había encallado. Iba a existir diálogo entre el régimen con la oposición, según Maduro. México aplaudía. Hoy el dictador presume de su talla.

Frente a la represión del cubano Díaz Canel en la primavera de 2022, el gobierno de México respondió abriéndole la puerta a los doctores-peones del dictador isleño.

La autopsia muestra sucesos horribles.

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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