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Opinión

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Banco de México:¿recortes a la vista?

La resiliencia del PIB mexicano, apoyado en su mayoría por los servicios, y un mercado laboral que continúa denotando fortaleza, dejan ver que aún queda un largo camino por recorrer para el Banco central

La mañana de este  jueves, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer que la inflación general en México se posicionó en un nivel de 5.84%, variación que estuvo por debajo de la estimada por analistas (5.88%). Con ello, el proceso desinflacionario, empezado en enero del presente año, presume hilar cuatro lecturas consecutivas a la baja.

Aunque lo anterior representa una cifra positiva, resulta fundamental entender a qué se atribuye el descenso de la inflación, para ello resulta conveniente descomponer el índice en sus dos principales elementos: subyacente y no subyacente.

Como se ha explicado en este mismo espacio, el elemento subyacente resulta especialmente importante ya que su ponderación es mayor en el índice general, además es el elemento que presume ser influenciable a la política monetaria y dicta la tendencia de mediano y largo plazo de la inflación.

Por su parte, el componente no subyacente, aquel que integra los bienes y servicios de naturaleza más volátil como energéticos, agropecuarios y tarifas autorizadas por el gobierno, no es sensible a decisiones de política monetaria, ya que su dinámica está determinada por factores de oferta, de demanda y políticos.

Mencionado lo anterior, es importante señalar que una parte considerable de los descensos registrados en la inflación general están atribuidos al elemento no subyacente, el cual se ha visto beneficiado de una normalización en el precio de varios agropecuarios, frutas, verduras y ajustes en las tarifas eléctricas por temporada cálida. Ello ha llevado a la inflación no subyacente a tocar niveles anuales por debajo del 3% (1.24% en mayo de 2023).

Mientras tanto, el elemento fundamental de la inflación, el subyacente, continúa posicionado en niveles por encima del 7%, esto es, más del doble de la meta puntual del Banco de México (3%), como consecuencia de la contribución de las mercancías (9.04% a/a) y servicios (5.43% a/a).

Lo anterior destaca toda vez que la tasa de referencia, a través de sus mecanismos de transmisión, debería atenuar las presiones inflacionarias, hecho que ha ocurrido a un ritmo acotado, lo que nos lleva a pensar si acaso la actual tasa de referencia no se encuentra en terreno suficientemente restrictivo o requerirá mantenerse en esos niveles durante un tiempo mayor hasta realmente observar una tendencia contundentemente a la baja de la inflación.

Abonando a lo anterior, es vital observar la dinámica del crédito al consumo, el cual, contrario a lo que dicta la teoría ante altas tasas de interés, no deja de registrar incrementos anuales positivos desde enero del 2022; es decir, la restricción monetaria no ha logrado trascender a este campo.

En el mismo sentido, la resiliencia del PIB mexicano, apoyado en su mayoría por los servicios, y un mercado laboral que continúa denotando fortaleza, dejan ver que aún queda un largo camino por recorrer para el órgano central y que la tarea de evaluar sus actuales políticas y robustecer su credibilidad se tornan imperantes.

En ese sentido, la interrogante respecto hasta cuándo podríamos seguir observando un nivel de 11.25% en la tasa de referencia ha cobrado gran relevancia, en especial después de un fragmento de la guía prospectiva dada a conocer por Banxico, en la cual “considera que será necesario mantener la tasa de referencia en su nivel actual durante un periodo prolongado”.

Aunado a ello,  y después de cuatro lecturas a la baja en la inflación, de una Reserva Federal (Fed) más cautelosa en su ritmo de apretamiento monetario y de la ya mencionada guía prospectiva, no son pocos los analistas que han empezado a pronosticar recortes en la tasa objetivo hacia finales del año. No obstante, es una visión que no compartimos.

Como ya se explicó, no es posible afirmar una tendencia a la baja de la inflación; de hecho, el mismo Banxico ha comunicado que el panorama inflacionario será complicado e incierto, con riesgos al alza; ello va en contra de lo que significa tendencia a la baja, por lo que, menospreciar los efectos adversos que tiene la inflación en el bienestar de la población nos parece grave.

Finalmente, e independientemente de las próximas decisiones que tome, Banxico debe tener presente que su mandato es con la estabilidad de precios y que es importante en demasía mostrar un comportamiento responsable, cauteloso y contundente. Además, no debe olvidar que su credibilidad es un pilar fundamental, ya que ahí yace gran parte de la efectividad de su política.

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