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Bancos centrales, política monetaria y la indomable inflación
El reto que supone la inflación es por demás mayúsculo toda vez que es un problema que afecta a toda la población, pero impacta más a los hogares más vulnerables
Este jueves el Inegi publicó el dato de la inflación correspondiente a mayo. En el comunicado mencionó que el índice general anual volvió a dar una sorpresa al alza, al ubicarse en 7.65%, nivel que, si bien representa una marginal desaceleración respecto al mes pasado, también se ubicó por encima de la media del consenso de 7.60 por ciento.
Lo anterior destaca toda vez que la estacionalidad, durante mayo, tiene un efecto favorable en la dinámica inflacionaria que responde a descuentos a las tarifas eléctricas por cuestiones climatológicas.
Lo realmente destacable fue la dinámica del componente subyacente (7.28%), elemento que presume ser más influenciable a decisiones de política monetaria y el cual no ha dejado de acelerarse mes con mes. Ello nos lleva a preguntarnos si los aumentos en la tasa de referencia han sido insuficientes o, quizás, la política monetaria se encuentra limitada en el actual contexto.
Lo que dio el minúsculo beneficio al índice general fue el componente no subyacente (+8.77%), el cual se ha visto influenciado por subsidios provistos por el gobierno a los energéticos y gasolinas, medida que, eventualmente, se convertirá en una presión adicional para la Hacienda Pública.
El anterior fenómeno no es un hecho aislado y propio de México. La inflación responde a elementos de naturaleza externa. En ese sentido, de acuerdo con el consenso de mercado, la inflación en Estados Unidos se posicionaría, este viernes, y por segundo mes consecutivo, en un nivel de 8.3 por ciento.
Ante ello y dadas las señales de contaminación en las expectativas de inflación en Estados Unidos, la probabilidad de que la Fed aumente el ritmo en los incrementos de su tasa ha aumentado.
En esa línea y como se ha mencionado con anterioridad en este mismo espacio, consideramos que el ciclo de alzas debería ser prudente, sustentado en estricto análisis de los datos y procurando otorgar robustez al canal de expectativas, con el fin de acotar episodios de volatilidad.
Otro elemento crucial y que ha alimentado el actual debate en la aceleración de los precios es que, desde que las medidas de confinamiento empezaron a relajarse, la demanda global creció a mayor ritmo que la oferta (la cual continúa contraída), con lo que se han producido varios desequilibrios que han desencadenado un alto nivel inflacionario.
En ese sentido, la interrogante que surge es: ¿el complejo ambiente inflacionario ha dejado de responder, principalmente, a un problema de oferta para dar cabida a uno de demanda? Para responder a ello es vital recordar que las estructuras de mercado están determinadas por la interacción entre oferta y demanda, por lo que, desde que los cierres a la movilidad se intensificaron alrededor del mundo, la dinámica de precios siempre fue el resultado del comportamiento tanto de la oferta como de la demanda; lo que ha caracterizado a cada uno de ellos es la magnitud y persistencia de los choques.
Ante tal premisa, los bancos centrales utilizan su herramienta primordial: la tasa de referencia, la cual, al experimentar aumentos, tendería a aminorar el crecimiento de la demanda ya que afecta las decisiones de consumo e inversión. De igual forma, manda la señal de compromiso con sus mandatos de estabilidad de precios, anclando las expectativas de inflación de mediano y largo plazos.
Por ello, los ciclos restrictivos alrededor del mundo son menester, sin embargo, no son suficientes. La coyuntura en inflación responde tanto a choques de oferta como de demanda, sin embargo, consideramos que la contracción de la oferta juega un rol decisivo en las aceleraciones generalizadas en el nivel de precios, las cuales se intensificaron con la recuperación de la demanda, que crece a mayor ritmo que la oferta apoyada, de igual forma, por los cuantiosos estímulos instrumentados en varias naciones desarrolladas.
El reto que supone la inflación es por demás mayúsculo toda vez que el fenómeno de la inflación es un problema que afecta a toda la población, sin embargo, impacta de manera severa a los hogares más vulnerables por nivel de ingreso, es ahí donde yace su importancia para el bienestar económico y donde deben trascender no solo las decisiones de los órganos monetarios, sino también de las políticas públicas instrumentadas, las cuales deberían complementarse.