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Banxico: ¿ser contundente o complaciente con el mercado?
El fin del 2022 se encuentra cerca, varios han sido los protagonistas en materia económica durante este año, sin embargo, la inflación se robó fuertemente la atención del mundo, y México no fue la excepción.
Para contextualizar, es importante mencionar que, parece que el tan anhelado pico inflacionario ya se alcanzó en México. Durante la segunda quincena de agosto se registró un valor de 8.77%, a partir de ese nivel se ha venido registrado, quincena tras quincena, una dinámica descendente, si bien, esta ha sido ligera y aún no logra bajar del orden del 8 por ciento.
A pesar de ello, hay que entender muy bien a qué ha respondido este descenso, para ello, descomponer la inflación en sus dos grandes componentes es conveniente: por su parte, la inflación subyacente, aquella que refleja de mejor manera las presiones inflacionarias, que dicta la tendencia de largo plazo de la inflación y que es más susceptible a las decisiones de política monetaria no ha hecho otra cosa más que aumentar lectura tras lectura.
Mientras tanto, la inflación no subyacente, que excluye de su cálculo a los bienes y servicios más volátiles, es la que explica el ligero descenso de la inflación, ya que ha retrocedido desde niveles de 10.7% durante la segunda quincena de agosto, a un nivel de 6.62% para el dato más reciente (primera quincena de noviembre), explicado en gran medida por la baja en los precios internacionales de energéticos.
Entonces surge la interrogante: ¿por qué el componente subyacente se muestra obstinado y no da señales de desaceleración? Varias son las razones, sin embargo, consideramos que lo anterior podría obedecer, principalmente, a que se han subestimado las presiones de demanda interna, a la recomposición del gasto o, quizás, los incrementos en la tasa han sido insuficientes.
En tal contexto, el debate en torno a seguir en magnitud a la Fed o desacoplarse de ella ha ganado protagonismo, sin embargo, prácticamente todo el mercado asume que el desacoplamiento se daría a la baja, es decir, si la Fed incrementa su tasa de fondeo en determinado ritmo, Banxico lo haría en una magnitud menor. No obstante, pocos son quienes sugieren que el desacoplamiento debería ser al alza.
Ante ello, es importante tener en mente algunos aspectos a considerarse:
1. La coyuntura inflacionaria en México es distinta a la estadounidense, mientras que el componente subyacente ha dado ligeras señales de desaceleración en EU, en México, el elemento más importante de la inflación no deja de acelerarse.
Asimismo, en México existen condiciones de competencia desafiantes que provocan una asimetría en la convergencia de precios, esto es, mientras en un periodo podemos ver incrementos de doble dígito, las escasas condiciones de competencia dificultan que los precios regresen a niveles bajos una vez normalizados los choques, es decir, la velocidad con la que bajan es menor comparada con la velocidad en la que suben.
2. México ha mostrado un nivel de recuperación que ha desafiado todo pronóstico, la prueba de ello yace en las recientes actualizaciones de crecimiento del PIB para el presente año, no solo privados, sino organismos gubernamentales e internacionales han revisado al alza sus estimados, si bien para el próximo año se prevén desaceleraciones, ha quedado de manifiesto que los choques de demanda en México se han menospreciado.
3. El índice general de la inflación, como se mencionó, parece haber dado tregua, pero explicado por condiciones al exterior, mientras que los factores al interior aún presentan riesgos al alza: aunque se espera una ligera desaceleración del índice subyacente en noviembre y parte de diciembre (debido a la implementación del Buen Fin), este sería un efecto no sostenible. Asimismo, las recientes presiones en costos laborales y las ya conocidas en insumos continúan siendo variables para considerar.
4. La evidencia empírica sugiere que el canal de expectativas resulta especialmente significativo, siendo este canal de transmisión uno de los más importantes desde que el Banco de México adoptó un régimen de meta inflacionaria, por lo que cuidar el anclaje de expectativas a través de decisiones contundentes debe ser imperante.
Enumeradas tales precisiones y en la misma línea que el discurso de varios miembros de la Junta de Gobierno de Banxico, coincidimos en que seguir a la Fed no debe ser una acción mecánica, como si mantener elevados diferenciales de tasas de interés fuera una meta; sin duda es una variable que debe considerarse, pero no debería ser la primordial.
En ese sentido, innegablemente la autoridad monetaria mexicana se encuentra en una posición por demás compleja: dar sosiego al mercado cumpliendo su expectativa o mostrar mayor contundencia por mantener su mandato de estabilidad de precios.
La decisión es suya; complacer al mercado o hacer suya la oportunidad de proclamar firmemente su autonomía.