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Opinión

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Bárcena quiere la ONU y Ebrard a Trump

Berlín. No hay sorpresa en la designación de Alicia Bárcena como secretaria de Medio Ambiente en el inicio del nuevo gobierno porque su deseo es sustituir a António Guterres en la secretaría general de Naciones Unidas.

A la secretaria de Relaciones Exteriores se le puede aplicar aquello de que “nadie sabe para quién trabaja”, aunque seguramente Alicia Bárcena sabe que no tiene ninguna posibilidad de convertirse en la número uno de Naciones Unidas por el puesto que ocupa en la actualidad: la diplomacia del presidente López Obrador no es de Estado, es dogmática.

Los tres embajadores mexicanos que han sido declarados personajes non gratos le pasarán la factura a Alicia Bárcena. Ella lo sabe, la mejor política exterior no es la doméstica.

El México de AMLO no puede ser premiado en el exterior por los escándalos acumulados. Iniciando con España, pasando por el Parlamento de Europa, por Panamá, por Perú, por Bolivia y por abrirle la puerta a personajes siniestros como Evo Morales o Jorge Glas.

El encanto por AMLO no es global. Y menos en la ONU.

Las favoritas para ocupar la secretaría general de Naciones Unidas son Mia Mottley, actual primera ministra de Barbados, y Amina Mohammed, quien ocupa el cargo de vicesecretaria general de Naciones Unidas.

Por lo que toca a Marcelo Ebrard, solo Luis Buñuel podría interpretar su presencia en el gabinete de Claudia Sheinbaum luego de haber entregado a Mike Pompeo el programa Quédate en México sin nada a cambio. Son varios embajadores europeos que lo señalan como corresponsable de que no se haya firmado la renovación del Acuerdo Global con la Unión Europea.

Como si se tratara del autor de un libro cuyo título sería: Yo le doblo el brazo a Trump, a Ebrard seguramente lo comisionan para renegociar el T-MEC. Con haberlo nombrado asesor era más que un premio. Ebrard carece de conocimientos técnicos sobre comercio exterior y es demasiado grillo para convertirse en Secretario de Economía. 

Si Trump perdiera las elecciones la estrategia que motivó su nombramiento quedaría vacía. 

Sobre la llegada de Juan Ramón de la Fuente a Relaciones Exteriores, lo primero que tendrá que hacer es limpiar el desastre que hereda Ebrard al seguir los pasos dogmáticos de su jefe.

Si De la Fuente permite que la política exterior continúe siendo dogmática y no de Estado, México cumplirá 12 años con los pies lejanos de la política exterior.

Lo segundo que tendrá que hacer De la Fuente será regresar a los políticos priistas que fueron premiados con embajadas o a personajes como Isabel Arvide, a quien decidieron obsequiarle una beca.

Dogmas, dogmas, dogmas. 

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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