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Opinión

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Buque con diesel ruso para México, ¿para qué jalarle las barbas al Tío Sam?

¿Quieren ustedes saber qué se siente al jalarle las barbas al Tío Sam? Pregúntenle a AMLO. México está listo para recibir un cargamento con 145,000 barriles de diesel procedentes de Rusia. La llegada del barco que trae este combustible se espera para mañana jueves, en Guaymas, Sonora.

El embarque no hará gran diferencia en el abasto mexicano de diesel, porque México importó 245,000 barriles diarios en 2022. Sí parece una provocación, en un momento en el que la relación está llena de temas calientes. Pone una chispa en un pastizal que está extremadamente seco. La decisión mexicana abre una grieta en la estrategia del gobierno de Biden y aliados de reducir las fuentes de ingresos de la Rusia de Putin, como una forma de hacerle más complicado el sostener financieramente la invasión de Ucrania.

El conflicto está a la vuelta de la esquina. López Obrador puede alegar que él nunca se comprometió a participar en las sanciones económicas a Rusia. Lo dijo con todas las letras en marzo de 2022. Desde entonces no ha cambiado su posición, a pesar del esfuerzo estadounidense por construir un amplio cerco de sanciones económicas. A este esfuerzo, se han sumado la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y el otro socio del T-MEC, Canadá. En contra de las sanciones, han quedado algunos países como China, India, Irán, Siria y Venezuela. ¿Quiénes son nuestros amigos?

¿Por qué México hace esta compra de diesel a Rusia? No hay una explicación oficial, toda vez que la información llegó por conductos extraoficiales. En un primer momento se manejó en Argus Media que el contenido que lleva el buque Loukas 1 era urea y amonio, que sirven para la producción de fertilizante donde México es deficitario. La versión de que es diesel ultrabajo en azufre surge de Vortexa, una compañía de analítica de fletes del sector energético que afirma, tiene la capacidad para rastrear en tiempo real los movimientos internacionales de bienes energéticos.

Hay quien da crédito al argumento de que la compra de diesel ruso a bajo precio se justifica porque puede ayudar a bajar la presión inflacionaria en México. Esto no parece tener sentido cuando ponemos en perspectiva lo que significan 145,000 barriles para un país que importó 89 millones de barriles en 2022. Ojo: este argumento “antiinflacionario” tendría sentido si estamos ante el primero de muchos embarques. Si ese fuera el caso, estaríamos ante un asunto que trasciende la aritmética de los costos y se sale del campo de la política de control inflacionario. Nos coloca en una dimensión geopolítica. Europa padece la mayor guerra desde la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos es el líder del frente antiruso.

¿Cómo reaccionará Estados Unidos? La relación con México está llenándose de temas que se han complicado y requieren solución. Migración, fentanilo y tráfico de armas acaparan la agenda binacional en materia de política y seguridad.  En lo económico, la valija de las controversias del T-MEC se está llenando y quizá tiene sobrepeso. Además de las diferencias por la política energética, está lo relacionado con el maíz transgénico y un conflicto que tiene menos reflectores: en el sector pesquero, Estados Unidos acusa a México de no estar haciendo lo suficiente para proteger la vaquita marina.

La llegada de un buque con combustible ruso a puertos mexicanos no se resolverá en el contexto del T-MEC porque es harina de otro costal. Muy probablemente obligará a una conversación entre Presidentes y a varias reuniones con miembros de los gabinetes de Seguridad. Queda por ver cómo reaccionarán los otros líderes políticos, en el campo republicano, pero también con los demócratas. En Estados Unidos, la piñata mexicana está lista para ser colgada. No necesita barrilitos rusos con diesel adentro.

¿Qué margen de maniobra tiene el gobierno de AMLO? La cuestión tiene que ver con el corto plazo, pero también con las perspectivas del nearshoring. Estamos en un momento de reacomodo geopolítico global y ante una gran oportunidad para México. ¿Se puede ser vecinos sin ser aliados? ¿Podemos hablar de nearshoring sin mencionar otros dos quasi sinónimos, Friend Shoring y Allied Shoring?

¿Qué busca AMLO, además de experimentar con el placer que le da el jalar la barba al Tío Sam?

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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