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Opinión

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Casi un tercio de la deuda de Pemex vence en 12 meses

Más que para ser realmente informativa, la lámina 28 de la presentación de resultados financieros de Pemex del tercer trimestre de 2023 parece diseñada para generar calma. Presenta un perfil de vencimientos complicado, con 12,400 millones de dólares a pagarse de aquí a diciembre de 2024. Pero alcanzable. Y a la baja. Apenas hace un trimestre, esa cifra era de 15,300 millones.

Lástima que sea engañosa. Esta edición de la lámina 28 omite información específica que sí se incluía en las presentaciones de 2020: a los vencimientos reportados hay que sumarle al menos otros 19,000 millones de dólares, a partir del saldo dispuesto de créditos revolventes y otros factores. Ya con eso, la deuda financiera de corto plazo –las facturas pendientes del sexenio, que se tienen que cubrir en menos de un año– sube escandalosamente, a 31,400 millones de dólares.

El patrón de deterioro es acelerado y alarmante. Al cierre de 2018, la deuda financiera de corto plazo ya estaba en niveles preocupantes: 9,700 millones de dólares. Pero en este sexenio se ha salido de control, más que triplicándose en unos pocos años.

Para ser justos, es cierto que el total de la deuda financiera de Pemex ha permanecido relativamente constante, como le gusta presumir a este gobierno. Pero en 2018, por cada 10 dólares de deuda, menos de uno era de corto plazo. Hoy, por cada 10 dólares de deuda, casi tres vencen en menos de un año. En este contexto, el acceso a mercados de capitales de Pemex para refinanciar es prácticamente nulo. Además, aunque pueda seguir pateando la lata con crédito bancario revolvente, las elevadas tasas de interés en México y el mundo implican que es cada vez más caro hacerlo.

Todo esto explica por qué Hacienda sigue inyectando, casi desesperadamente, dinero del erario que mantenga a Pemex a flote. En apenas un trimestre, las aportaciones del gobierno federal que Pemex reporta incrementaron en 85,000 millones de pesos; la reducción en la tasa de los derechos de utilidad compartida implicó un beneficio neto para Pemex más de 40,000 millones. Hasta junio de este año, Pemex había usado 345,000 millones de pesos de Hacienda (en lo que iba del sexenio) a pago de deuda. Tres meses después, ya va en 417,000 millones de pesos. Con el tipo de cambio actual, la conversión apropiada sería todavía más escandalosa.

Hay más. Desafortunadamente, la deuda financiera es solamente una variable del pasivo de corto plazo. En las más importantes del resto, el deterioro ha sido simétrico. Lo que Pemex le debe pagar a proveedores de aquí a un año es casi 17 mil millones de dólares. En 2018, el saldo de esta cuenta por pagar era de 7,600 millones de dólares. Para redondear, el pasivo de corto plazo total de Pemex a hoy, de casi 63,000 millones de dólares es casi del triple que lo que hace cinco años.

Estamos llegando a un punto de quiebre. Si el próximo ciclo de 12 meses resulta promedio, los ingresos totales de Pemex (79,200 millones de dólares) apenas van a cubrir los pasivos que se tienen que saldar en esos mismos 12 meses (de 62,700 millones de dólares). Más que presumir el rescate de Pemex, como si ya lo hubieran hecho, el gobierno debería de empezar a hablar del rescate que viene. Desafortunadamente, el rescate real va a ser todavía más caro que el imaginado. 

@pzarater

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