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Ciencia y tecnología para el desarrollo
La creación de la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación es a todas luces atinada. Significa fomentar el conocimiento avanzado. Niels Bohr, premio Nobel de Física dijo con toda razón: “Los países que no entren hoy con profundidad en la investigación científica y tecnológica serán los subdesarrollados de mañana”. También, desde inicios del siglo XIX, el ilustre economista, David Ricardo, insistió en que las innovaciones tecnológicas transformaban aceleradamente hacia arriba la producción.
En Estados Unidos, durante el periodo 1930-1980, 55% del incremento de la producción de bienes y servicios (PIB) se debió a una mayor educación, mejores tecnologías y el importante efecto de las innovaciones.
Hoy en el mundo se opera un extraordinario e irreprimible cambio a través de una nueva revolución científica y tecnológica. También una competencia por la perfección y la eficacia.
Pero independientemente de la contribución a la producción de bienes y servicios es valioso su aporte al desarrollo de la cultura, la salud, las comunicaciones y el bienestar humano.
Ello obviamente cuesta. Los países altamente industrializados son los que más gastan en investigación científica y tecnológica. Dedican, en promedio, 3% de su PIB. Por su parte, los países en desarrollo dedican menos de 1% del PIB lo que explica en parte su estancamiento.
Un país en desarrollo que ha dado el salto asombroso hacia la modernidad y el alto crecimiento económico es Corea del Sur que, además de la inversión en ciencia y tecnología, ha dedicado montos crecientes de recursos en activos fijos, sólo comparable con Singapur y China. El resultado es el bienestar creciente de su población.
En México la asignación presupuestal para el gasto en ciencia y tecnología para este año es igual a la de hace una década, lo que explica sus grandes limitaciones. Ha sido una actividad rezagada y sin ninguna consideración política.
Para el próximo año tampoco habrá incremento de recursos presupuestales, lo que significa que la nueva Secretaría tendrá que reprogramar sus actividades, establecer nuevas prioridades y buscar apoyos internacionales.
Pero ahí está con una reconsideración de su importancia. Lo que es previsible es que se realice un diagnóstico de todo lo que se hace en México en programas de investigación, particularmente en las instituciones de educación superior y en los organismos descentralizados. Ello permitirá elaborar un Plan de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovaciones que apoye al gobierno y a la sociedad.
Tenía mucha razón Winston Churchill cuando dijo: “Los imperios de la mente son los imperios del futuro”.