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Opinión

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Claudia: Evitar las herencias malditas de AMLO

En la parte final de su vida, Vito Corleone le aconseja a Michael esperar hasta su muerte para ajustar cuentas, descubrir traiciones y consolidarse en el poder. AMLO no tuvo esa sabiduría y decidió ajustar cuentas él mismo y consolidar su poder antes de marcharse, tal vez porque Claudia Sheinbaum no es tan confiable como el menor de los Corleone o es menos capaz. 

Pero la realidad es menos artística que Ford Coppola y se parece más a una cinta de Charles Bronson del tipo de Vengador Anónimo IV: brutal, sin mucho argumento y con actuaciones deficientes. Esta administración federal es una contradicción. Por un lado, tenemos un presidente carismático y popular, con una narrativa vieja y llena de agujeros, pero que funciona, tal vez por la tendencia a nuestra educación melodramática, forjada a la par de un nacionalismo frustrado y declarativo.

Por otro lado, una administración que simplemente fracasó en casi todo lo que nos dijo que haría (seguridad, salud, educación, medio ambiente), pero que logró tener contento al respetable con miles de millones de pesos repartidos como dádivas del presidente. 

No es extraño que, en esta contradicción, el mandatario sea intolerante a las críticas, así vengan de sus propios seguidores y partidarios. Tampoco es extraño que exista algo así como una lista negra de las personas e instituciones que lo “dañaron” y ahora deben pagar. En esta lista se encuentra Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, el Poder Judicial, el INAI y personajes como Claudio X. González, Felipe Calderón, María Amparo Casar y una larga constelación. 

En esta intolerancia ha reaccionado de mala manera en varias ocasiones durante sus mañaneras, ejercicios que están plagados de reporteros a modo, con evidentes preguntas sembradas. Dos de esos reporteros, a los que dispenso todo mi respeto, fueron atajados por el presidente que, intolerante, se negó siquiera a investigar o contestar lo que se le preguntaba. 

Se trata de los reporteros de tierra Reyna Haydée Ramírez y Ernesto Ledesma,. La primera es una trabajadora de medios freelance y cofundadora de Sonora red, “un colectivo de reporteros en defensa de la ética y el derecho a la libertad de expresión”. El segundo tiene un “medio de comunicación digital crítico e independiente” llamado Rompeviento. López Obrador les tiene a ambos una severa animadversión y por eso a veces son “castigados” negándoles la entrada a las homilías del mandatario. 

Esto lo dejó claro Reyna Haydée Ramírez el 13 de agosto pasado cuando habló de las “reglas de las mañaneras” en las que se aplica el método Benito Juárez, al que se le atribuye la frase “A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas”. De hecho, desnudó el cómo se prepara el sketch mañanero con la tropa progobiernista y subordinada bajo la batuta de Jesús Ramírez. Ha dejado en claro que en ese ejercicio matutino de “diálogo circular” no hay libertad de prensa. Todo el que no rinda pleitesía al presidente es castigado. 

Pero la reportera fue más allá. Luego de su anterior intervención, afuera de Palacio la esperaba un grupo que la agredió. Con toda razón y dado el ambiente de inseguridad que prevalece contra los periodistas, señaló que teme por su integridad física y tuvo el valor de decirle a López Obrador que, si algo le pasa, será responsabilidad del tabasqueño. Reyna Haydée hace ver su suerte al jefe del Ejecutivo que ha optado por no responderle y dar a entender que es una provocadora.

Al día siguiente, AMLO negó la problemática de los desplazados indígenas en Chiapas (15 mil personas) que le planteó Ernesto Ledesma. El presidente aseguró tener otros datos y contestó lo de siempre: “ya se está viendo”. Molesto por la insistencia de Ledesma, el mandatario empezó a enlistar a sus enemigos (adversarios): el Sub Marcos, Luis Hernández Navarro y los centros de derechos humanos como el PRO o el Fray Bartolomé de las Casas. 

AMLO remató el diálogo con un “no te preocupes por nada” y sin contestar cambió de tema. Está claro que estos dos reporteros no tienen el peso que otros, pero en sus intervenciones, de cara a López Obrador, desnudan quien es el hombre que gobierna el país: intolerante, cerrado y, sobre todo, rencoroso y vengativo.

Muchos esperan que Claudia ya presidenta no siga adelante con los rencores y venganzas de AMLO, pero mucho me temo que no depende de ella. Con una mayoría de funcionarios cercana al tabasqueño, con un partido radicalizado y alineado a las posiciones de López y con una estructura militar reconfigurada en sus altos mandos, su sexenio comienza amordazado y atado de pies y manos.

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