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Opinión

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Color de hormiga

La coyuntura por la crisis que atraviesa Europa es sumamente complicada y queda en el aire la pregunta de si el euro va a sobrevivir.

La situación en Europa, particularmente en la zona euro, está color de hormiga. Las tasas de interés sobre los bonos soberanos de prácticamente todos los países se han incrementado, llegando en algunos casos, como España, Italia y Francia, a niveles no vistos desde la creación del euro.

Alemania, considerada incluso como la economía más fuerte de esta zona monetaria, no pudo colocar en el mercado primario la totalidad de su emisión de bonos durante la semana que pasó.

Todos estos aumentos en las tasas de interés, así como la devaluación del euro frente al dólar estadounidense sólo reflejan la creciente incertidumbre sobre si el euro va a sobrevivir. De manera adicional, la banca se encuentra en una posición cada vez más vulnerable, enfrentando el mercado financiero europeo una crisis de liquidez. Por si esto no fuera suficiente, la deuda portuguesa fue degradada a la categoría de basura ; la húngara (que está fuera de la zona euro) también fue degradada, perdiendo su categoría de grado de inversión, y se mantiene la alerta de que Francia también pueda perder el grado de AAA ante el creciente deterioro de sus finanzas públicas, presionadas por la alta exposición de sus bancos a la deuda de varios países europeos, particularmente de Grecia e Italia.

Por si fuera poco, al parecer la economía europea en su conjunto ya cayó en una recesión, por lo que arreglar los problemas de deuda es cada vez más difícil, ya que una caída de la actividad económica repercute en menores ingresos tributarios y, por otra parte, presiona aún más al gasto público, particularmente por el aumento en el gasto por desempleo.

La resistencia del público, especialmente la de los empleados gubernamentales a los programas de ajuste en las finanzas, es cada vez más fuerte y, naturalmente, si cada uno de los gobiernos se enfrenta a un cada vez mayor descontento por parte de la población, hacer el ajuste fiscal es cada vez más complicado.

La solución no es nada fácil; tan no lo es que hay un abierto desacuerdo entre los principales líderes de los países de la zona euro, particularmente Alemania y Francia, sobre qué hacer, específicamente en cuanto a si el Banco Central Europeo debería involucrarse en una compra masiva de bonos soberanos -sobre todo aunque no exclusivamente- de España e Italia para reducir las presiones sobre estos dos países. Alemania se opone.

El otro punto en donde tampoco hay consenso es sobre la emisión de eurobonos que sustituyan los bonos de cada uno de los países que conforman la unión monetaria.

Alemania también se opone a esto, ya que ello reduciría las presiones para que cada uno de los países realice el ajuste fiscal requerido, además de que generaría un problema de riesgo moral y no existiría el apoyo requerido al nivel de los parlamentos de varios países -como Alemania, Holanda y Eslovaquia- para que estos bonos fuesen emitidos, pues eso implicaría un subsidio cruzado de los países que pueden emitir deuda soberana a bajo costo hacia los países que emiten a altos costos financieros.

La situación realmente es sumamente complicada y queda en el aire la pregunta de si el euro va a sobrevivir. Los costos de rescatar a cada uno de los países con problemas son cada vez mayores y no parece haber luz al final del túnel.

Después de todo queda la pregunta todavía más importante: ¿qué sucedería si la zona euro se desintegra? ¿De qué magnitud sería la recesión mundial en caso de que esto sucediera? Sin duda esa situación se va a poner cada vez más interesante.

ikatz@eleconomista.com.mx

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