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Opinión

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¿Cómo aprender de las malas decisiones financieras? Última parte

Todos hemos tomado malas decisiones en la vida y eso es bueno. Dicen que el camino al éxito está pavimentado de fracasos, pero sólo para el que aprende de ellos, se levanta, se sacude y lo vuelve a intentar.

En la primera parte hemos aprendido que la mayoría de las personas toma malas decisiones financieras por ignorancia o por flojera, porque sigue a ciegas el consejo de otros. Recordemos que la industria financiera está plagada de conflictos de interés: los que nos “proponen” soluciones, son personas cuyo ingreso depende de lo que nos vendan.

Para tomar decisiones financieras, yo hago muchas cosas que pueden parecer obvias, pero que la gente pasa por alto:

Yo nunca tomo una decisión financiera a menos que comprenda perfectamente sus alcances y sus consecuencias.

No inviertas en algo que no entiendes ni compres a ciegas

Yo no pondría un peso en una opción de inversión, por más atractiva que me la vendan, si no comprendo el producto que me están ofreciendo. Si no veo sus rendimientos históricos (a veces nos hacen una maravillosa proyección que nada tiene que ver con la realidad). Si no entiendo cuál es el riesgo. Si no comprendo qué me cobran y cómo eso impacta al rendimiento de mi inversión (a veces nos dicen que no cobran nada, pero sí hay costos implícitos, como en los fondos de inversión o los seguros).

Por ejemplo: hay muchos “asesores” que hoy en día están vendiendo un plan personal de retiro que supuestamente está “indexado” al S&P 500. Entonces, los “asesores” te hacen una simulación sobre  cómo se comportaría tu inversión si hubieras invertido en ese índice. Los resultados son muy buenos.

Sin embargo, no te simulan con los rendimientos que realmente ha dado el producto. Encontré en internet los rendimientos de los últimos 15 años, los comparé con los del índice y las diferencias son muy significativas. Hice el cálculo: tu patrimonio final, después de 15 años, en ese producto, sería un 25% menor comparado con lo que te hubiera dado un producto realmente indexado de bajo costo (incluso aún menor porque en los rendimientos no se toman en cuenta todos los costos que te cobran).

Todo eso me llevó menos de 20 minutos. Obviamente el producto tiene otros beneficios que habría que tomar en cuenta e incorporar en el análisis. Sin embargo, claramente te están vendiendo una cosa, cuando la realidad es otra.

Ese es el problema de comprar a ciegas y no tomarte el tiempo de comparar y ver si lo que te están vendiendo corresponde a la realidad.

Investiga y compara

Cada vez que veo o me proponen un producto o servicio, lo investigo en distintos medios: voy a la página de internet para revisarlo, leo blogs o videos (aunque teniendo mucho cuidado porque la enorme mayoría de la información es falsa o imprecisa). Leo libros sobre el tema. Hablo con gente que sabe más que yo para contrastar ideas (no simplemente les pido su “opinión”: les digo lo que investigué y mi punto de vista, para que me den el suyo).

Antes de tomar una decisión importante, me tomo el tiempo de comparar las diferentes opciones a mi alcance.

Algunas veces esto es rápido y toma unos cuantos minutos. Por ejemplo: comparar Afores (rendimientos, comisiones y servicios). En otras requiere un poco más de tiempo. No importa y no hay prisa: me aseguro que la decisión que estoy tomando es en realidad la mejor, sobre todo cuando se trata de cosas muy grandes y que pueden tener un gran impacto en mi vida, como un crédito hipotecario o un seguro de gastos médicos mayores.

Aún así me puedo equivocar, pero la probabilidad es mucho menor. Si sucede, aprendo y si puedo, me cambio. También por eso prefiero evitar productos que me aten (en ese caso soy muchísimo más cuidadoso en el análisis).

Asume tu responsabilidad

Al final de cuentas, me aseguro que la decisión financiera que vaya a tomar, está alineada a mis prioridades y no se trata sólo de un capricho o de un espejismo. Es increíble ver cómo mucha gente toma decisiones financieras contrarias a sus propias metas y a aquellas cosas que más les importan.

Pero por encima de todo, siempre asumo mi responsabilidad. Por más consejos, asesoría, comparativos, lectura que haya hecho, entiendo que yo soy siempre el que toma la decisión y nadie más.

Las personas toma malas decisiones financieras por ignorancia o por flojera, porque sigue a ciegas el consejo de otros. Recordemos que la industria financiera está plagada de conflictos de interés: los que nos “proponen” soluciones, son personas cuyo ingreso depende de lo que nos vendan.

contacto@planeatusfinanzas.com

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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