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Contrarreforma energética
Se inicia el tercer año de gobierno y con ello está por cumplirse el plazo que pública y abiertamente fijó el presidente Andrés Manuel López Obrador para echar atrás la reforma energética que heredó del gobierno de Enrique Peña Nieto.
En los últimos meses arreció la campaña presidencial para desprestigiar la apertura del sector energético a la inversión privada nacional e internacional.
Como candidato a la Presidencia de la República se manifestó abiertamente en contra.
Cuando tomó posesión, le bajó al volumen y estridencia de sus críticas, aunque luego de suspender las Rondas Petroleras, mantuvo sus acusaciones de presunta corrupción en torno a la reforma energética.
Sin embargo, durante su visita a Estados Unidos, el tema del petróleo no lo mencionó.
Y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tampoco lo tocó, a pesar de que en días previos a la visita se hicieron públicas las cartas del Instituto Estadounidense del Petróleo y la Asociación Estadounidense de Fabricantes de Combustibles en las que acusaron al gobierno mexicano de acciones discriminatorias en contra de los inversionistas de ese país.
Luego, con la aprehensión del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, el presidente de México arreció sus ataques en contra de la reforma energética, por los presuntos sobornos que se habrían realizado para que un grupo de legisladores aprobaran la iniciativa respectiva.
El presidente de México no ha descartado una reforma constitucional.
“Es probable que no se modifique la Constitución —ha dicho—. Ahora, si necesitamos hacerlo para consolidar, repito, a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad, no descartamos la posibilidad de que enviemos una iniciativa de reforma a la Constitución. No lo haríamos ahora, lo haríamos hasta el tercer año”, comentó en su conferencia matutina del 29 de julio de este año.
Días después, en una reunión con reguladores del sector energético, presentó un documento en el que señala que “debe mantenerse abierta, entre otras, la opción de presentar una iniciativa de reforma constitucional ante el Congreso de la Unión para hacer valer, sin lugar a dudas, el principio de dominio de la nación sobre sus recursos naturales”.
El presidente un día sí y otro también ha repetido que la reforma energética se realizó para “saquear” los recursos naturales del país, desmantelar a Pemex y enriquecer a unos cuantos.
Hasta ahora no la ha revertido, pero sus decisiones en materia de política energética han provocado tensión con el empresariado del sector.
La administración lopezobradorista quiere fortalecer a las empresas estatales (Pemex y CFE), y ha dicho que busca darles piso parejo en el mercado.
Ahora, al conocerse la agenda legislativa del partido Morena, se observan claras intenciones de llevar adelante modificaciones a la legislación, para “fortalecer” a Pemex y la CFE.
Aunque las propuestas que incluye la agenda senatorial, en algunos casos son hasta contradictorias, lo cierto es que subyace el modelo energético presidencial.
Propone entre otras cosas reforzar el papel rector de Pemex o de liderazgo en el mercado; aliviar su situación fiscal y mejorar su posición financiera; enfocarla en el crecimiento económico y “las bonanzas petroleras”; modificar los órganos reguladores; crear una Fiscalía Especializada en la Persecución de Delitos cometidos en materia de hidrocarburos.
También propone fomentar las energías limpias; que Pemex genere proyectos de energía alterna, diferente a la de hidrocarburos; el desarrollo de la tecnoligía de energía solar y eólica; y el monitoreo de calidad del aire en todo el país.
Tal vez no sea la iniciativa de la que ha hablado el Presidente de la República, y en cambio se trata de una más de las iniciativas espontáneas del partido en el poder. Eso lo veremos.
Pero está claro que viene la contrarreforma.