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Cristina, corrupción y muerte
El oficio de populista latinoamericano apela a enormes dosis de sobreactuación y a una historia de buenos contra malos.
Sin épica no hay votos.
El presidente de Argentina decidió declarar inhábil el viernes pasado para que los argentinos salieran a la calle a festejar la victoria de la vida de Cristina Fernández sobre la sombra de la muerte que la amenazó la noche del jueves afuera de su casa luego de que un individuo intentara matarla a un metro de distancia.
Celebrar la victoria de la vida de Cristina Fernández en las calles de Buenos Aires puede también leerse, en códigos populistas, como una victoria sobre los jueces que la investigan por actos de corrupción. “Estoy ante un pelotón de fusilamiento mediático judicial”, escribió en su cuenta de Twitter la vicepresidenta el pasado 22 de agosto, cuando la Fiscalía solicitó para ella 12 años de prisión por encabezar una red de corrupción.
Nótese las palabras elegidas por Cristina Fernández: “pelotón de fusilamiento”. La vicepresidenta trata de blanquear su imagen de corrupta a través de una supuesta batalla de los jueces en contra de su persona.
El uso de metáforas bélicas es recurrente en el entorno del futbol. Escribir en una cuenta de Twitter que la presidenta se encuentra ubicada frente a un pelotón de fusilamiento mediático judicial es un ejercicio de mutación victimista. No soy ladrona, son los jueces y los medios de comunicación los que me están fusilando. Este sería el mensaje que Cristina Fernández envía a sus seguidores. Los mismos que acuden a su casa todas las noches, desde el 22 de agosto para mostrarle su simpatía.
El mundo virtual no es hermético. Presenta fisuras donde gente salta de las redes sociales a la realidad a través de un fusil. Lo vimos en Washington donde un loco llegó a una pizzería disparando en su intento de liberar a menores de edad que Hillary Clinton y su asesor John Podesta mantenían secuestrados en un sótano. Bueno, esa era la teoría de conspiración nacida en las redes sociales.
El presidente Alberto Fernández llamó a “desterrar la violencia y el odio del discurso político y mediático”, pero una semana antes fue él quien agregó odio a través de una velada amenaza en contra el Fiscal Diego Luciani, togado que recomienda 12 años de cárcel para Cristina Fernández.
El presidente le recomendó que no provoque el riesgo de suicidio como le ocurrió al fiscal Alberto Nisman, en alusión al Fiscal muerto hace algunos años unas horas antes de entregar su investigación sobre el encubrimiento que hizo Cristina Fernández sobre los posibles autores iraníes de la muerte de más de 80 personas en un centro judío en Buenos Aires.
Los gobiernos de Mauricio Macri y de Alberto Fernández han sido malos. No se trata de una batalla ideológica, es la derrota de la sociedad argentina que frecuentemente grita: ¡Que se vayan todos!
@faustopretelin