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¿Cuánto debe subir el salario mínimo? ¿Qué pasa con los otros salarios?
Cómo han cambiado las cosas en materia salarial. Los planetas parecen alinearse ahora para que el 2020 traiga otro incremento significativo en el salario mínimo. En el 2018 fue de 10 por ciento. En el 2019, de 16 por ciento. Ahora se da por hecho que, por lo menos, será de 16 por ciento. Hay voces que hablan hasta de 30 por ciento.
Lo ocurrido a partir de fines del 2017 marca un contraste significativo con los anteriores 35 años, cuando el salario mínimo y los salarios en general se reprimieron. Fueron utilizados como herramienta para controlar la inflación y como factor de competitividad para las exportaciones mexicanas.
¿Qué cambiará con un incremento significativo en el 2020? Hacen falta años de aumentos para revertir el deterioro acumulado desde la década de los 80. El salario mínimo sirve para adquirir una tercera parte de las cosas que se compraban en 1978. Considerando los incrementos del 2018 y 2019, tenemos uno de los mínimos más bajos de América Latina, inferior incluso a los que se pagan en países más pobres, como Nicaragua y Bolivia.
¿Qué explica el “entusiasmo” para ir por un alza importante el año próximo? La pregunta tiene sentido porque estamos terminando un año en el que no hubo crecimiento económico y tenemos razones para augurar que el 2020 será también muy complicado en términos de actividad económica.
El primer factor que explica la decisión para subir los salarios es la voluntad del gobierno. Es un tema que le importa mucho al presidente y que ocupa un lugar destacado en su lista de prioridades. Casi al mismo nivel podemos colocar un cambio de marco mental de los principales empresarios de México. Hay un consenso entre los hombres y mujeres de empresa en torno a la necesidad de mejorar los salarios. Se escuchan argumentos éticos, de estabilidad social y también económicos. Mejorar los salarios es hacer lo correcto, porque contribuye a dignificar el ingreso de quienes menos ganan; reduce la tensión social y fortalece el mercado interno. En este contexto, vale la pena destacar el compromiso de 100 empresas mexicanas por fijar un piso de 6,500 pesos mensuales en sus nóminas.
Otro argumento económico a favor de mantener el ritmo de alzas a los salarios en México proviene del barómetro inflacionario. En contra de lo que muchos argumentaban, los incrementos no fueron inflacionarios. El alza de 10% en el 2018 y de 16% en el 2019 no se reflejó en movimientos alcistas de los precios.
¿Esto es todo? En esta alineación de planetas no podemos ignorar la presión de Estados Unidos para que México ponga fin al dumping salarial, en el contexto de la renegociación del T-MEC. Esto no tiene que ver con los mínimos, pero cuenta. Hay que recordar que el salario manufacturero en México es de 2.50 dólares por hora, en promedio, frente a 20 dólares en Estados Unidos y Canadá.
Finalmente, está la crisis chilena. Los estallidos sociales en el país andino sirven para recordar la necesidad de tomar en serio el problema de la desigualdad. Sólo para poner las cosas en perspectiva: en Chile, el salario mínimo es tres veces mayor que en México.
Ocuparnos del mínimo en nuestro país, eventualmente, nos llevará a revisar toda la escala salarial. Son millones de personas que trabajan 8 o más horas diarias sin obtener lo necesario para vivir con dignidad. ¿Cuándo empezaremos a hablar de la situación de los que ganan dos o tres veces el salario mínimo y están en la pobreza?