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Opinión

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Cuestión de confianza

“Si alguien trata de convencerte sobre el origen y la propagación del coronavirus, pregúntales primero qué es un virus, y cómo causa enfermedades. Si no tienen idea, no confíes en su teoría. No se necesita un doctorado, sólo biología básica".  

Yuval Noah Harari en Twitter.

En su ensayo sobre la vida después del Coronavirus, Yuval Noah Harari se detiene en un punto fundamental: lavarse las manos. La práctica hoy cotidiana, no era común antes del siglo diecinueve. Médicos y enfermeras pasaban de una cirugía a otra sin agua y jabón de por medio. Harari argumenta en favor de empoderar al ciudadano a hacerse responsable de su propio cuidado. Lavarse las manos, dice, salva millones de vidas, y lo hacemos porque entendemos que la higiene es importante, que los virus y bacterias existen. Sabemos que causan enfermedades y no queremos enfermarnos.

Ese empoderamiento del ciudadano se sustenta en la confianza. En la confianza en la ciencia, las autoridades y los medios. Cuando la tendencia global del político populista es desconfiar de la ciencia y los medios, se provoca un vacío. “Ya no sabe uno qué creer” nos dice quien reenvía vía redes sociales la teoría conspiratoria delirante de la semana. La desconfianza se vuelve una trampa que deriva hacia el autoritarismo: “después de todo no se puede confiar en lo que haga el pueblo”.

Harari afirma: “aunque la confianza destruida por años no se puede reconstruir de la noche a la mañana, estos no son tiempos normales y en tiempos de crisis las mentes pueden cambiar con mayor velocidad”. El filósofo hace un llamado a alejarse de los remedios autoritarios de la vigilancia tecnológica y mejor apelar a reconstruir la confianza en la ciencia, las autoridades y los medios.

En su blog, Shelly Palmer aboga también por la confianza en la ciencia en su sentido más tradicional: el método científico. “Ese que cuestiona, investiga, elabora hipótesis, experimenta, analiza, concluye y reporta resultados”. Lo que requiere datos sólidos, buena información, honestidad intelectual y disciplina.” 

Palmer va al grano: “El coronavirus es extremadamente contagioso (esto ha sido probado más allá de cualquier duda: Si estás expuesto, te infectarás). Puedes infectarte y ser asintomático. Puedes infectarte y enfermarte seriamente y morir. La gente asintomática puede infectar a otros a los que no les irá tan bien. Lo que hagas con estas observaciones es cosa tuya. La ciencia sugiere que la mejor manera de sobrevivir la pandemia es retrasar lo más posible contagiarte. Eso le dará tiempo a los expertos para establecer protocolos para mejores resultados hasta descubrir una cura o una vacuna. Ignorar esto es hacer caso a cuentos de hadas. No lo hagas. Los cuentos de hadas pueden ser satisfactorios emocionalmente, pero, en este caso, las narrativas no científicas garantizan ser peores para las personas que amas (y todos lo demás).”

Es necesario un espíritu de cooperación global, no de aislamiento. Valerse de los logros y aprendizajes de otros para no cometer los mismos errores. El problema es que no hay tal cooperación. Los líderes mundiales, contadas excepciones, no se comportan como adultos. Los países abandonan a sus aliados, toman decisiones unilaterales, cierran en sus fronteras y miran a los demás con desconfianza. 

Para poder tener confianza es indispensable la transparencia en la información. Que el ciudadano pueda contrastar los datos y estadísticas disponibles y las políticas tomadas por las autoridades, verificando si los reportes que hacen los medios coinciden con la realidad. 

Un ejemplo: Si México se vale de la “vigilancia centinela” para enfrentar la pandemia (a contracorriente con el resto del mundo), y las cifras de contagios y muertos son una aproximación parte de un muestreo estadístico, es imprescindible que las autoridades lo digan así (ofreciendo incluso un cálculo probable de los datos “negros” que pueden ser de 10 a 40 veces mayores), y no se valgan de las cifras bajas para presumirlas como logro de la administración. Si no hay transparencia en los datos, el ciudadano no actuará en correspondencia cuidándose. Las propias autoridades tomarán decisiones equivocadas y florecerá la desconfianza.

Twitter: @rgarciamainou

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