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Opinión

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Democracia reprobada

Los ciudadanos tenemos la obligación de al menos ser congruentes y castigar con nuestro voto a quienes se oponen a la construcción de una democracia sólida.

En opinión de nosotros los mexicanos, tenemos la peor democracia de Latinoamérica. De acuerdo con los resultados que reveló la encuesta Latinobarómetro 2011 realizada en 18 países, 73% de los mexicanos está insatisfecho con la democracia, sigue Guatemala con 66 por ciento. Peor aún, 38% de los mexicanos encuestados (el porcentaje más alto en Latinoamérica) no cree que la democracia sea el mejor sistema de gobierno. Lo que contrasta fuertemente con los resultados de países como Argentina o Chile, que han vivido dictaduras y evidentemente consideran la democracia como la mejor alternativa.

Lo triste es que sólo analizando lo sucedido la semana pasada en México queda claro por qué los mexicanos estamos desilusionados con nuestra pobre democracia. La representación del PRI en la Cámara de Diputados eliminó la posibilidad de una reforma política de fondo, echando abajo la reelección inmediata de legisladores, presidentes municipales y diputados locales. Reformas que el propio PRI, en la Cámara de Senadores, propuso y aprobó con el PAN en lo que aparentaba ser una gran muestra de construcción de consensos entre partidos. En otras palabras, con esta decisión el PRI no sólo mostró su falta de interés en la ciudadanía, sino su incapacidad de llegar a acuerdos internos o, cuando menos, su poco interés en el trabajo de su partido en la Cámara Alta.

También, de acuerdo con el artículo 38 de el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, los partidos deben mantener su padrón actualizado en el IFE para conservar su registro. Sin embargo, hoy, de los cuatro principales partidos, sólo el PAN y el PRD han presentado un padrón y sólo el último lo ha actualizado. ¿Cómo hemos de confiar en una democracia que controlan partidos que no sólo incumplen la ley, sino que la violentan y además no promueven la transparencia dentro de sus propios cuerpos?

Por si fuera poco, nuestros representantes trabajan gritándose, empujándose, entre rumores de corrupción, abuso de autoridad y vínculos con el narcotráfico. Con razón los mexicanos estamos insatisfechos con la democracia. La pregunta entonces es: ¿qué hacemos para cambiar la baja responsabilidad de los partidos? Los ciudadanos tenemos la obligación de al menos ser congruentes y castigar con nuestro voto a quienes se oponen a la construcción de una democracia sólida.

Las elecciones del 2012 son una oportunidad para que la voz ciudadana se escuche. Busquemos esta congruencia para mejorar nuestra paupérrima democracia, que al menos es mejor que una dictadura de partido.

rgallegos@eleconomista.com.mx

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