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Derecho de réplica
Cuando alguien se siente agraviado por algo que se ha dicho en un medio de comunicación, puede hacer valer su derecho de réplica, y en el mismo espacio, con el mismo tiempo se debe transmitir la versión del afectado. Está bien, es un derecho, está regulado y permite a las personas responder con el mismo impacto con el que se dijo algo que les afecta.
Todas las mañanas, de lunes a viernes, con recursos del Estado (o sea, de todos los mexicanos), se lleva a cabo una conferencia en la que como buen espectáculo televisivo sucede de todo: números musicales, invitados especiales, hasta cortos animados. Pero dependiendo del ánimo y la agenda del conductor principal, el Raúl Velasco de la política, también se utiliza este tiempo para exhibir y denostar a contentillo. Lo mismo mismo da si se trata de un opositor político, de una ciudadano común y corriente, de algún funcionario público, todo aquel que estorbe o cuestione la narrativa oficial será exhibido con o sin argumentos, con fotografía, nombre completo y curriculum de ser necesario. Las y los afectados, no sólo son expuestos en los canales de televisión que transmiten “la mañanera”, también en las redes sociales en dónde queda el video para su reproducción, y en los medios que retoman lo que ahí se dijo: porque puede ser mentira, puede ser una tomada de pelo, pero al haber sido dicha por el presidente, es pues, información de una fuente oficial.
El presidente se jacta de que se trata de un diálogo circular [sic]. Pero cualquiera que lo haya seguido sabe que funciona más bien como un talk show en donde rara vez lo que sucede, no fue planeado con anticipación, los “periodistas” nacidos con el régimen tienen siempre la palabra, leen preguntas a modo, y el del micrófono contesta lo que quiere y cuando quiere.
¿Deberían tener derecho de réplica las personas que han sido mencionadas en la mañanera?
Desde quien escribe, la respuesta es: sí. Lo que ahí se dice, no es lo que sucede en la sobremesa del presidente con unos cuantos amigos. Es el jefe de Estado, con todo lo que eso implica, y el poder que le concede, señalando a ciudadanos y ciudadanas que no tienen el mismo impacto en sus respuestas. La mañanera es la versión institucionalizada del linchamiento público.
¿A qué le temen? Contestaría el conductor principal. ¿A qué le teme? Se le responde.