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Desafíos globales
Hay desafíos globales y nacionales que sobresalen por su profundidad. Son los problemas de salud, los energéticos, el cambio climático y el costo de la vida. Constituyen el reto más importante para los gobiernos, los partidos políticos, las empresas y la sociedad civil.
Es necesario realizar políticas de ataque frontal y concertadas, en vez de la inercia de las políticas de los años 80 y olvidarse de las altas cuotas de retórica.
Al descuidar los gobiernos del ascensor social y reducir la desigualdad, el populismo emerge por su posición nacionalista, pero solo ofrece ilusiones. Sin propuestas viables. El caso más reciente es la renuncia de Liz Truss como primera ministra de Reino Unido, que solo gobernó 45 días en una gestión turbulenta. No pudo articular un programa consistente que combinara políticas para hacer frente a la separación inglesa a la Unión Europea hacer crecer a la economía y controlarla, así como aumentar las redes de seguridad para las personas de bajos ingresos. Otro caso es el ascenso de la derecha en Italia con Giorgia Meloni ante la ausencia de políticas sensatas. Mariana Mazzucato, presidenta del Consejo de Economía de la Organización Mundial de la Salud dice: “Si los progresistas luchan más entre sí que contra sus rivales, difícilmente pueden quejarse de los resultados”.
La transición hacia una economía verde descansa en políticas industriales y de innovación conectadas con la globalización productiva, en especial con las cadenas de suministro. Para ello se requiere que se respeten los compromisos pactados durante la COP26 en Glasgow para evitar una gran catástrofe.
Consolidar el Estado de Derecho y un sector privado modernizado financiera y tecnológicamente, basados en pactos para concertar responsabilidades tiene como eje la conveniencia de que las empresas generen valor para beneficio de los países.
Sobresale la iniciativa del gobierno estadounidense de canalizar 52,000 millones de dólares en subsidios para la fabricación de semiconductores. Otro ejemplo es el del gobierno francés que otorgó créditos durante la pandemia a Air France y a Renault, siempre y cuando redujeran sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Un Estado de Bienestar bien financiado es la respuesta política a las demandas sociales que han sufrido los países, especialmente en desarrollo. Sin servicios sociales, fundamentalmente en salud y educación, las bases de la inversión en capital humano, la población menos favorecida continuará en el atraso.
La crisis energética es una oportunidad para reorientar el crecimiento económico. Para lograrlo es fundamental la innovación verde en todos los sectores productivos y de servicios. Los gobiernos tienen muchas herramientas (normativa, subsidios, créditos) para que las utilidades de las empresas se reinviertan en forma ambiental beneficiosa.