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Detrás de las compras de pánico
Recomendar no hacer compras de pánico ante una situación de incertidumbre, como la propagación del virus, es casi como recomendar que las personas actuaran en contra de lo que significa la conducta humana.
El brote mundial del Covid-19 alrededor del mundo ha desencadenado sin duda una oleada de compras de pánico en todo el mundo. Los alimentos estarían entre los productos más comprados por los consumidores.
Con la propagación del Covid-19, sin duda también se han difundido algunas recomendaciones básicas para evitar su contagio. Llama la atención que además de la importante recomendación de quedarse en casa, se sugiere evitar las compras de pánico, y se hace hincapié en lavarse las manos de forma correcta. Pareciera que una de las acciones básicas de salud pública como lo es lavarse las manos es una novedad para muchas personas. Este hecho llama la atención porque parecería que este aspecto de la higiene básica del día a día se encontraba subestimado.
Por otro lado, la recomendación de no hacer compras de pánico resulta un tanto ingenua en un mundo que se rige por el consumo, no solamente como uno de sus modos de funcionar, sino también como un marcador de factores tan importantes como la identidad de las personas. Recomendar no hacer compras de pánico ante una situación de incertidumbre, como la propagación del virus, es casi como recomendar que las personas actuaran en contra de lo que significa la conducta humana.
Evidentemente, dentro de las compras de pánico, los productos alimenticios no perecederos como los enlatados o los granos, entre otros, ocupan los primeros lugares de búsqueda. Desde la sociología del riesgo y la sociología de las catástrofes, podemos identificar algunas explicaciones que nos dan luz sobre este tipo de comportamiento. Por ejemplo, las personas podemos lidiar con ciertos grados de incertidumbre.
El grado de incertidumbre con el que una persona puede lidiar, dependiendo de su personalidad, está relacionado con factores sociales, culturales y hasta genéticos. No todos lidiamos con los mismos grados de incertidumbre, pero cuando esta incertidumbre se comparte socialmente, se incrementa la necesidad de actuar, aunque poco margen de maniobra se tenga ante la pandemia.
La sociología de las catástrofes por su parte toma en cuenta diferentes factores, por los que las consecuencias sociales de las catástrofes son tomadas de manera diferente: si el hecho que originó la catástrofe fue un desastre natural o provocado; si es una catástrofe rara o expandida, y si se trata de una catástrofe real o es solamente virtual. El asunto con el Covid-19 es que, al ser un virus microscópico, es sumamente detonante de una mayor psicosis, pues no se puede ver, tocar ni atrapar. Las teorías de la conspiración sobre cómo se originó tampoco facilitan su clasificación social en algo natural o en algo provocado.
La única certidumbre es que ahora es una realidad expandida, y esto genera impotencia en las personas. Por lo tanto, la aparente única forma de actuar ante ello es quedarse en casa y hacer una reserva de productos de la que tampoco se tienen certezas sobre el tiempo que dure la cuarentena.
Aunque los chistes en redes sociales acerca de las compras de pánico no se hacen esperar, cuando brotan estas pandemias es cuando se muestran los recovecos de la complejidad de la conducta humana.