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Opinión

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Detrás del caso Iguala

El estadio de fútbol ubicado a las afueras de la cabecera municipal de Cocula fue ocupado por agentes federales y oficiales de élite de la Secretaría de Marina. Había pasado un mes de la noche infausta en la vecina Iguala y por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ya habían caído el alcalde perredista, José Luis Abarca, y el gobernador priista, Ángel Aguirre Rivero.

El procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, puso al director de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón de Lucio, a cargo de las investigaciones. El basurero de Cocula ya había sido acordonado, tras del hallazgo de restos óseos calcinados.

Por invitación de Murillo Karam, representantes de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos pudieron hacer un sobrevuelo por la zona donde —según la primera versión del caso— habría estado la enorme pira en la que sicarios de los Guerreros Unidos habrían incinerados a los jóvenes.

Omar Gómez Trejo estuvo en esa primera misión de observación. Cuatro años después, con el aval de los familiares de los 43 desaparecidos, asumió la titularidad de la Unidad Especializada para el Caso Ayotzinapa. En el sexenio peñista había conocido del caso, en su calidad de secretario técnico del GIEI.

Los primeros esfuerzos oficiales para esclarecer los hechos también involucraron a Omar García Harfuch, quien entonces fungió como coordinador de la Policía Federal en el estado de Guerrero. La noche del 26 de septiembre, empero, estuvo comisionado en Buenavista Tomatlán, Michoacán. Por instrucciones de Enrique Galindo —actual alcalde de San Luis Potosí— había tomado el control de la base de las fuerzas federales que trataban de evitar un choque entre el grupo de autodefensa encabezado por Hipólito Mora y las bandas criminales que asolaban la Tierra Caliente.

Harfuch recibió la orden de regresar, junto con el grupo táctico que llevó a La Ruana, a territorio guerrerense, para apoyar en las tareas de búsqueda. Tres meses después, en una emboscada, el hijo de Hipólito Mora perdió la vida.

Esas historias siguen vigentes, después de nueve años. Con su tenacidad, compromiso y dignidad, los padres y las madres de los 43 jóvenes de Ayotzinapa no dejarán que haya un carpetazo y no aceptarán la nueva versión de la verdad histórica.

Murillo Karam espera sentencia, gravemente enfermo. Zerón de Lucio permanece en Israel y Gómez Trejo fue relocalizado en Estados Unidos, luego del acoso. García Harfuch enfrentará la prueba de las urnas. Y tendrá que hablar de esos eventos aciagos con mayor precisión y atingencia hacia los jóvenes desaparecidos. Ya es tiempo.

alberto.aguirre@eleconomista.mx

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Periodista y columnista de El Economista, autor de Doña Perpetua: el poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo. Elba Esther Gordillo contra la SEP.

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