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Opinión

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Deuda buena y deuda mala

Hay distintos tipos de deuda. No toda es mala. Se podría argumentar que en ocasiones es incluso necesaria para poder crecer

Cuando se trata de deudas, es importante entender que, por lo general, no es bueno pedir prestado porque este dinero lo tendremos que pagar con nuestro ingreso futuro. Es decir, en el futuro, tendremos menos para gastar en las cosas que son importantes para nosotros, porque parte del dinero estará comprometido para pagar la deuda que hoy estamos adquiriendo.

Por otro lado, los puntos de vista de los especialistas en finanzas personales han evolucionado. Antes había una “regla de dedo” que hablaba del límite de endeudamiento “razonable” para una familia: los pagos de intereses no deberían exceder de 20% del ingreso neto del hogar. Para mí (y para muchos otros) depende del tipo de deuda: si se trata de un crédito al consumo (tarjetas de crédito, préstamos personales y créditos automotrices) esto es demasiado. Si se trata de una hipoteca, particularmente durante sus primeros años, es un límite bastante razonable.

En los círculos financieros de Estados Unidos también se maneja que si uno tiene un crédito hipotecario con tasa menor a 5% anual, no debería hacer pagos adicionales a su hipoteca, sino pagar sólo la mensualidad (pago mínimo) y mejor invertir la diferencia. La razón es que un buen portafolio de inversión de largo plazo seguramente dará un rendimiento mayor a ese 5 por ciento. Esto en realidad no es aplicable a la realidad mexicana, porque las tasas de interés de los créditos hipotecarios están alrededor de 10% o más. Difícilmente un portafolio de inversión de largo plazo podrá darnos rendimientos superiores. Además de que no todo tiene que verse nada más en términos estrictamente financieros, cuenta mucho qué es más importante para nosotros. Se trata también de equilibrar.

En fin, como ya mencionamos, hay distintos tipos de deuda. No toda es mala. Se podría argumentar que en ocasiones es incluso necesaria para poder crecer (por eso muchos gobiernos y empresas sólidas, con una alta capacidad de generar efectivo, también contratan deuda que les permita un crecimiento más acelerado).

Primero hablemos de la deuda que siempre es mala: el crédito al consumo, en particular las tarjetas de crédito y los préstamos personales. Las tasas de interés por lo general están entre 25 y 70%, o más. Esto es muchísimo. Aunque hoy en día el pago mínimo tiene que ser suficiente para cubrir la totalidad de los intereses que se generan en el mes, se paga muy poco capital, sobre el cual se vuelven a generar, al mes siguiente, intereses. Puede ser interminable.

Pero además es dinero que sirve para nuestro consumo regular: el supermercado, diversiones, restaurantes y ropa. Cosas que deberíamos poder cubrir con nuestro ingreso mensual, sin necesidad de incurrir en un endeudamiento. Porque entonces estamos gastando más de lo que ganamos y esto no es sostenible con el tiempo.

Por otro lado, nuestra capacidad de ahorro disminuye. Si antes no podíamos ahorrar, pues ahora menos, ya que del dinero que ganemos el próximo mes, una parte es para pagar cosas que ya compramos en meses anteriores y que ya disfrutamos. Cada día nos alcanza menos, por lo que seguimos usando las tarjetas, hasta que un buen día ya no podemos pagar. Ésta es la realidad de buena parte de la clase media mexicana. Así, no hay manera de construir un patrimonio y básicamente trabajamos para pagar intereses a los bancos. Estamos encadenados. Aquí la regla es: si no te alcanza y tienes que usar tu tarjeta para comprarte algo, no lo hagas. En serio: simplemente, no lo compres. No puedes pagarlo.

Un préstamo automotriz por lo general tampoco es buena idea, porque es un bien que se deprecia (en el momento en que lo sacamos de la agencia ya vale 30% menos). Yo sé que muchos lectores me dirán que es la única manera de comprar auto nuevo, pero no es así: desde hace muchos años he comprado todos mis coches de contado. Cuando lo hago, cada mes sigo ahorrando una mensualidad, para que el día que necesite cambiarlo, tenga el dinero para hacerlo. En lugar de pagarle a la financiera, me pago a mí mismo. En lugar de comprar hoy y pagar después, me lo voy pagando y lo compro cuando tenga el dinero para hacerlo. Es simplemente cambiar el paradigma. Si estás pagando un crédito, prueba hacer pagos adicionales si te es posible y cuando termines de hacerlo, empiézate a pagar a ti mismo, a una cuenta separada. De esta manera irás juntando para pagarte tu próximo auto de contado. Tendrás, eso sí, que manejar tu modelo actual durante algunos años más, pero eso no necesariamente es malo.

Entonces ¿qué tipo de deuda puede ser buena? Una hipoteca, siempre que la elijas de forma inteligente y puedas pagarla sin problemas. Recomiendo siempre tener 20% ahorrado como enganche, elegir una hipoteca con pagos fijos (nunca crecientes) y a un plazo no mayor a 15 años. Las mensualidades deben ser cómodas y no representar más de la tercera parte de tu ingreso. Una hipoteca puede ser una deuda buena porque los bienes raíces tienden a apreciarse (tienen plusvalía), aunque hay que tener cuidado porque no siempre.

Otra forma de deuda que puede ser buena es cuando la usamos para adquirir un bien que nos ayuda a generar ingresos. Hay que tener cuidado: este ingreso debe ser suficiente para pagar la mensualidad del crédito y tener además un beneficio. No siempre sucede, por lo que debemos tener mucho cuidado y tenerlo todo analizado antes de dar ese paso. Un buen ejemplo es cuando uno tiene un negocio funcionando, con utilidades y con una demanda creciente. Quizá uno necesite ampliar su capacidad de producción para crecer y satisfacer esa demanda, pero no cuenta con el capital para hacerlo. Un préstamo razonable, en una circunstancia así, puede tener mucho sentido.

Te invito a visitar mi página: http://www.PlaneaTusFinanzas.com, el lugar para hablar y reflexionar sobre finanzas personales. Twitter: @planea_finanzas

jlanzagorta@eleconomista.com.mx

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Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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