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Diplomacia y empresas coreanas, un caso de éxito
Corea del Sur recibió esta semana una sentencia bélica de parte del dictador Kim Jong-un.
“No queremos la guerra, pero no tenemos intención de evitarla”, comentó el dictador frente a la Asamblea Popular Suprema. Se refería a Corea del Sur, país al que definió como su “enemigo principal”.
El rostro de Corea del Sur en el exterior, a diferencia del vecino del norte, es el de un país innovador en educación y tecnología, y desde no hace muchos años, una nación cuyo soft power ha logrado asentar y vincular su cultura con el segmento de los jóvenes a través de la música, el cine y la comida.
Corea del Sur entiende que solo a través del comercio internacional y las inversiones puede lograr un crecimiento económico doméstico relevante. Así ha ocurrido en las últimas dos décadas.
Mientras que Pionyang ha elegido el camino de la dictadura comunista, eliminando la libertad a sus ciudadanos y perpetuando la penumbra económica traducida en pobreza y hambre, Seúl ha apostado por la democracia, el crecimiento interno a través de la libertad y la apertura comercial.
Uno de los motores potentes que tiene Corea del Sur para potenciar su presencia en el exterior es la diplomacia.
Es decir, el trabajo diplomático también catapulta la presencia de empresas coreanas en el exterior. Un ejemplo lo vi el mes pasado en Tampico.
Para los que viven en esa región, lo mismo en Altamira o en Ciudad Madero, todos los días observan las banderas de Corea del Sur y de México en los parabuses.
“With Posco bus stop”. Se trata de infraestructura vial donada por la empresa coreana de acero Posco a Tamaulipas. Una muestra de las externalidades positivas que genera la inversión extranjera de esta empresa coreana.
En mi intento por conocer las sinergias de la diplomacia coreana con empresas de ese país asistí a una reunión entre el embajador Taewan Huh con directivos de la planta de Posco en Altamira, Tamaulipas.
Posco es una de las cinco principales productoras de acero en el mundo, y un proveedor estratégico de la industria automotriz y de los astilleros navales surcoreanos desde hace más de 40 años.
Su planta en Altamira es una muestra del avance tecnológico del país asiático. Los robots y los sistemas se conjugan para producir acero de elevada calidad. La estética de su industria parece futurista. Incomprensible para quienes no conocemos de ingeniería.
El trabajo diplomático del embajador Taewan Huh junto a empresas de su país, en este caso Posco, refleja la importancia estratégica de hacer sinergias para ganar espacios en el tablero de la geopolítica.
Es claro que mientras Kim Jong patalea y amenaza con misiles, Corea del Sur se pone a trabajar.
@faustopretelin