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Economía: ¿síntomas de fatiga?
Incertidumbre política: “las cifras retoman la lectura de una próxima desaceleración de la economía mexicana...”.
La nota principal de primera plana aquí en El Economista en su edición del pasado lunes me resultó inquietante. Textualmente esa cabeza rezó: “Economía del país muestra síntomas de fatiga en el cuarto mes del año”. ¿Debe justificar preocupación esa noticia? La respuesta es en la afirmativa, sobre todo en razón de los agravantes en el caso. Esto último, toda vez que la contracción económica en abril resultó mucho mayor a la que se había anticipado con base en un indicador adelantado con el que se cuenta para ese tipo de pronósticos. En términos de la nota periodística consultada, “las cifras retoman la lectura de una próxima desaceleración de la economía mexicana…”. Y de manera adicional, “los resultados anunciados se alejaron de los estimados del mercado…”.
La fuente para el reportaje fue el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) mediante sus datos del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) y el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE). ¡A que Inegi, sacudiendo con sus estadísticas la barca de la economía nacional!
¿Por qué los resultados anteriores? Las causas son múltiples, pero algunas de ellas se enuncian de manera explícita en el reportaje citado. En el propio reportaje se hizo referencia a dos “vientos en contra”. Y éstos son “las altas tasas de interés y la incertidumbre política que son amenazas”. Desde el punto de vista sectorial, mostraron contracción las actividades primarias que engloban a la agricultura, pesca, caza y similares. También la construcción hiló cuatro meses en descenso y en cuanto a las actividades secundarias, que incluyen a la industria, se registró una contracción que no se observaba desde diciembre. Por último y de manera muy importante, ya se está previendo una caída del producto agropecuario atribuible a la fuerte sequía.
Desde el punto de vista analítico, la causa de los problemas económicos de coyuntura más difícil de explicar es la mencionada “incertidumbre política”. ¿Cómo visualizar esa influencia negativa? En tal sentido, con toda sinceridad muchos observadores se preguntan si efectivamente, dentro de poco más de 100 días que le quedan al menguante sexenio, el presidente López Obrador se va a retirar a su rancho o querrá seguir mangoneando tras bambalinas. La presidente electa parece cauta, pero el mandatario saliente no muestra muchos signos de prudencia ni de flexibilidad. Por su alto nivel de controversia, en este espacio ya hemos calificado a las reformas del llamado Plan C de explosivo “tóxico”. ¿Será?