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Opinión

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Educación en línea, pandemia y rezago

La educación fue uno de los sectores que tuvo que transformarse y digitalizarse por la pandemia. El 65% de las personas que estudiaba bajo la modalidad presencial o mixta en 2020, continuó estudiando pero por videollamada en 2021, revela un nuevo estudio sobre educación en línea de la Asociación de Internet MX.

Por las medidas de confinamiento, la Secretaría de Educación Pública tuvo que implementar la educación a distancia a través del programa Aprende en casa, apoyándose en los canales digitales de multiprogramación de la televisión abierta y los sistemas de medios públicos. No es que la radiodifusión no tenga una función educativa, sino que son los medios más anacrónicos en comparación con la interactividad de las aplicaciones y plataformas digitales.

Ningún país estaba preparado para enfrentar una pandemia tan prolongada y tan devastadora para la economía, pero además en México fue evidente la brecha digital y la falta de equipamiento tecnológico y de conectividad para enfrentar un proceso educativo a distancia y en línea.

De acuerdo con el informe “De la emergencia a la recuperación de la pandemia por la Covid-19: la política social frente a desastres” del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en los hogares con estudiantes se requiere contar, al menos, con acceso a energía eléctrica para encender una televisión y seguir las clases programadas por este medio; además de disponibilidad de Internet y un dispositivo que permita la conectividad para tomar clases en línea y realizar tareas y trabajos, envío y recepción de actividades escolares, y las evaluaciones de conocimiento.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son complementarias de la educación presencial tradicional, pero súbitamente con la Covid-19 se convirtieron en la única forma emergente para dar cumplimiento a la responsabilidad del Estado de impartir educación en el contexto de las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia, bajo el entendido de que dichas dificultades no deberían ser un obstáculo para acercar los servicios educativos a la población, compartir contenidos y propiciar la interacción entre profesores y alumnos.

Aún no se conocen los impactos de aprovechamiento escolar y psicosociales de la prolongada enseñanza-aprendizaje en línea. Pero el estudio de la Asociación de Internet MX revela que 38% de los profesores están algo capacitados para dar clases en línea y sólo 28% muy preparados.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha advertido que el rezago en aprendizaje de niñas, niños y adolescentes se puede agudizar debido al cierre de las escuelas, especialmente entre quienes no pueden acceder a la educación a distancia, por lo que la incidencia de la carencia educativa podría incrementarse en el mediano plazo.

Salvo maestros que ya impartían clases en línea previo a la pandemia, a quienes en muchos casos se les denomina de forma denigratoria como “asesores”, los profesores tuvieron que aprender a impartir clases en línea sobre la marcha y sin anestesia, reinventarse, desarrollar habilidades blandas, digitales y producir una enorme cantidad de contenidos virtuales para cumplir con el objetivo de transmitir el conocimiento a los estudiantes, además de habilitar diversas herramientas tecnológicas que ya existían pero que no se utilizaban con frecuencia como plataformas educativas, de videoconferencia, grupos de chat y foros de discusión con el apoyo de la nube.

Según el estudio de la asociación auspiciado por OCC Mundial, derivado de los cambios que trajo la pandemia, pocas personas tuvieron que adquirir algún dispositivo para adaptarse a la modalidad 100% en línea. Y es que la encuesta tiene un sesgo importante: 71% de los consultados tenía licenciatura o posgrado y sólo 29% era de educación media y básica. Por el rango etario y sus actividades cotidianas, era de suponer que los encuestados ya tenían computadora o smartphone para recibir clases en línea cuando iniciaron las restricciones de movilidad.

Sin embargo, según la Coneval, al analizar la disponibilidad de los bienes que requerirían ser utilizados por la población de 3 a 15 años para tomar clases a distancia, en 2020 se encontró que a nivel nacional 92.3% contaba con televisión, pero sólo 34.6% con computadora, laptop o tablet, 51% con Internet en el hogar y 90.3% tenía un celular en su vivienda.

El estudio reconoce que para algunos consultados fue difícil adaptarse a la educación en línea e incluso implicó un gasto extra, pues 35% tuvo que incrementar el ancho de banda de Internet.

Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2020 del Inegi, el ingreso corriente promedio trimestral se redujo en 2020 a 50,309 pesos (contra 53,418 de 2018). La estrechez económica de los hogares realmente impactó en el aprendizaje en línea. Los ingresos trimestrales de los hogares más pobres son aún más inferiores, de 9,938 pesos o 49 pesos diarios en el primer decil, lo cual vuelve prohibitiva la adopción tecnológica acompañada de la conectividad para ejercer el derecho a la educación vía Internet.

Según el estudio de la Asociación de Internet MX, durante la pandemia 37% de los estudiantes pausó sus estudios por un tiempo, debido a falta de dinero (54%) y por temas de salud (21%). La misma ENIGH revela que el gasto en educación y esparcimiento se redujo 44.8% de 2018 a 2020, mientras que el de salud se incrementó drásticamente 40.5%.

La modalidad presencial es preferida en 36% por el grupo de 18 a 24 años, mientras que la educación en línea es la predilecta del grupo de 25 a 39 años en 61%. La principal ventaja de la educación presencial es la calidad, intercambiar opiniones con profesores y compañeros y sacar mejor provecho a los estudios; mientras que la mayor fortaleza de la educación virtual es la flexibilidad de horarios, la concentración y el compromiso.

Hoy nos encontramos en el punto más elevado de contagios desde que inició la pandemia en la llamada tercera ola, el gobierno quiere retornar a las aulas porque la socialización se ha perdido y el gasto público es excesivo, los padres de familia se jalan los cabellos por el confinamiento con los hijos, los estudiantes tampoco toleran el encierro pero saben que las clases volverán a iniciar en línea. Y las tecnologías vuelven a estar disponibles para habilitar durante otro ciclo escolar el derecho a la educación Lo bueno es que ya aprendimos un poco a utilizarlas.

Twitter: @beltmondi

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Presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi). Analista de medios y telecomunicaciones y académico de la UNAM. Estudia los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, las telecomunicaciones, la comunicación política y el periodismo. Es autor del libro El presidencialismo mediático. Medios y poder durante el gobierno de Vicente Fox.

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