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Educación financiera, una formación integral del atleta
Puede que nos resulte gracioso pensar que hasta la fecha existan personas que escondan su dinero debajo del colchón, pero la realidad es que, por extraño que parezca, muchas personas siguen administrando su dinero de esta manera. En mi niñez en Cuautla, Morelos, e incluso en el Comité Olímpico Mexicano, no era raro ver prácticas de financiamiento como las llamadas “tandas”.
Para los lectores que quieran saber qué significa esta práctica, les comento: las “tandas” es un grupo que se arma entre conocidos en el cual a los participantes se les asigna un turno y cada determinado tiempo se da un monto monetario. La lista va rotando, y en las ocasiones en las cuales es tu turno, en lugar de dar, te toca recibir dinero de los demás. Si lo ponemos desde una perspectiva de flujos de efectivo, las tandas es simplemente un método de ahorro. Lo más interesante es que este método no está asegurado por ninguna institución bancaria y el éxito depende de la confianza y buena voluntad de los participantes.
Factores detrás de estas prácticas existen muchos, pero los principales se reducen al desconocimiento sobre el funcionamiento de los servicios de la banca digital, la inexperiencia en inversiones, en técnicas de ahorro y la desconfianza en las instituciones financieras. El desconocimiento no es justificación, pero sí un aliciente para mejorar la educación y accesos a servicios financieros de esta población.
Los deportistas no somos la excepción. En las incontables horas de entrenamiento no se nos enseñan cuestiones sobre el financiamiento, diversificación o inversión del dinero que percibimos de patrocinadores, instituciones e incluso competencias en las cuales se otorgan premios en efectivo. Mucho menos nos cruza por la mente la frase “ahorrar para el retiro”. La primera vez que escuche la palabra “Afore” no tenía más de 15 años. En ese momento pensaba que el retiro era algo que hacían las personas mayores. Nunca consideré que el retiro deportivo cayera en esta categoría.
Inclusive, a muchos deportistas no nos gusta contemplar el retiro como una opción, debido a la connotación de su significado. No obstante, la realidad es que éste llega tarde o temprano y es momento de administrar la única variable que jamás se nos enseñó en los entrenamientos, el dinero.
No hay cómo culparnos. Si a los atletas nos interesara el deporte por el tema del dinero, honestamente no seríamos deportistas. Soñamos con el podio, la velocidad, la plaza olímpica, la bandera izándose y la medalla colgada. Sacrificamos tanto psicológica, personal y físicamente, que terminamos por enfocarnos en un único objetivo finito, que perdemos de vista el segundo mejor lugar después del podio: la estabilidad económica.
El objetivo de las finanzas personales no sólo debe ser ahorrar por años y años con el dinero escondido en el cajón de los calcetines hasta que llegue el día en que por fin nos retiremos, sino aprender a invertirlo inteligentemente para que éste rinda y además pueda convertirse en un patrimonio seguro que vele por todo lo que sacrificamos antes de siquiera soñar con el podio.
Por ello, el apoyo a los atletas en México necesita ser integral, no un sistema de tandas. No critico a estos mecanismos pues he de admitir que no he participado en ellos así que no tengo conocimiento de causa, sin embargo, desde el punto de vista financiero y económico, el dinero en las tandas incluso pierde poder adquisitivo al no reevaluarse a la misma tasa que la inflación. Imaginémonos por un momento un país en el cual la educación financiera de los atletas se traduzca en emprendimiento, en franquicias, en marcas. Los atletas somos emprendedores natos y administradores de esfuerzo y lágrimas. Si a esta ecuación le añadiéramos una visión de estabilidad financiera, estoy seguro que los deportistas podrían crear valor no sólo para ellos, sino en un motor de cambio en la sociedad. Si bien la medalla es una recompensa, también lo es la estabilidad económica cuando nos toca bajar del podio.
@ismaelpenta
@ismael.m.hernandez