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Opinión

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Efectos del Covid-19 sobre la economía: a grandes males, grandes remedios

La emergencia médica declarada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud el pasado 4 de marzo tendrá afectaciones extraordinariamente graves sobre la economía mexicana.

Del 31 de enero al 18 de marzo el tipo de cambio se incrementó de 18.84 pesos a prácticamente 24 pesos por dólar, una depreciación de 27% en menos de un mes. En el mismo lapso, el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) se ajustó de 44,108 unidades a 35,800 puntos, una caída de 19%, y en dólares un ajuste de 35 por ciento.

El índice de volatilidad del Standard & Poor’s 500 alcanzó su máximo histórico en 84.97 unidades, con lo que prácticamente duplicó el nivel alcanzado durante la crisis financiera del 2008-2009. Esto equivale a una pandemia económica.

La economía europea se ha paralizado y para América del Norte podremos esperar lo mismo gradualmente en las próximas semanas. La economía global, que venía creciendo alrededor de 3% al año en la última década, tendrá un crecimiento cercano a cero en el 2020 o ligeramente negativo, por primera vez en décadas. El equipo económico de Signum Research actualizó sus pronósticos de crecimiento para el 2020 en México, y esperamos una contracción de 3.3%, en un escenario relativamente moderado; en un escenario extremo, el PIB se podría contraer aún más que durante la crisis de 1995, cuando la caída fue de 6.3 por ciento.

En este contexto, el panorama económico de México se ha deteriorado de manera significativa y las consecuencias afectarán el bienestar de los mexicanos en años por venir. Ante este panorama, no se debe abandonar la disciplina, pero sí la ortodoxia económica de manera temporal porque, como dice el dicho, a grandes males, grandes remedios. Esto implica que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Banco de México (Banxico), el sistema bancario y el sector privado deberán tomar medidas extraordinarias y coordinadas para minimizar los efectos adversos sobre la economía financiera y real de esta crisis sanitaria.

Política Monetaria

En el ámbito monetario, en primer lugar, se deberá garantizar en todo momento la disponibilidad de efectivo en todas las regiones del país —se debe considerar tener efectivo en exceso para enfrentar esta contingencia. La falta de disponibilidad de efectivo podría crear pánico y puede derivar en una creciente inestabilidad social, que a su vez es contagiosa. Algunos bancos han considerado cerrar sucursales, pero esto no debe ser permitido de la misma forma en que no se permite interrumpir los servicios de salud porque los servicios financieros son esenciales para el funcionamiento de una sociedad. En lo general, se debe garantizar la operación sin disrupciones del sistema de pagos a nivel nacional. Ésta es una responsabilidad fundamental de la autoridad fiscal y monetaria y de todas las empresas que participan en el sistema financiero.

Dada la depreciación del tipo de cambio, el margen de maniobra para recortar las tasas de interés es reducido, pero los programas de canje de títulos de largo plazo por títulos de corto plazo que han llevado a cabo las autoridades financieras abonan a la liquidez del sistema. Se deben considerar otros esquemas y facilidades con efectos similares. Se pueden plantear otras medidas temporales que se han adoptado en otros países como la adquisición por parte del banco central de bonos corporativos de empresas con solidez financiera para generar aún más liquidez en el sistema. De ninguna manera se deberá consentir un aumento de tasas de interés ya que puede conducir a la quiebra de miles y miles de empresas.

Política Fiscal

La Secretaría de Hacienda deberá hacer uso y permitir la utilización de todos los fondos disponibles para hacer frente a eventos catastróficos —éste sin duda es un evento catastrófico. El Congreso deberá autorizar, de manera extraordinaria déficits fiscales superiores a los contemplados en los últimos años —en China, uno de los países más ortodoxos en materia fiscal y monetaria, se han autorizado déficits temporales superiores a 10% del producto. A los contribuyentes se les deben dar todas las facilidades de cumplimiento fiscal concebibles para un evento extraordinario. Por ejemplo, a un colega recientemente se le canceló su firma electrónica fiscal y tuvo que ir en estos días de contingencia a las oficinas del SAT con lo que el riesgo personal de contagio se incrementa para miles de contribuyentes de manera innecesaria.

Dado que el desempleo se incrementará, la autoridad deberá establecer incentivos para la contratación de personal bajo cualquier esquema, especialmente de manera temporal. En EU circula, por ejemplo, la idea de otorgar créditos a tasa cero a las empresas que mantengan una contratación de 90% o más de su fuerza laboral durante todo el periodo que dure la contingencia —aquí la banca de desarrollo puede tener un papel muy relevante.

La depreciación del tipo de cambio creará oportunidades para la industria manufacturera de exportación, aunque estas oportunidades serán limitadas por el grado de desaceleración de la economía de Estados Unidos. Por ello, este tipo de industrias deberá recibir todo el apoyo de las autoridades por ser fuente primordial de divisas. Definitivamente, una política fiscal restrictiva llevará a la economía mexicana a un estado de depresión, que a su vez colapsará cualquier recaudación estimada por lo que sería absolutamente contraproducente.

Sistema Financiero

La SHCP, Banxico y la CNBV deberán otorgar todas las facilidades de operación a las entidades financieras para que puedan desempeñar el papel que hoy es más esencial que nunca. Algunas reglas de operación deberán ser temporalmente flexibilizadas para garantizar la operación en todo momento de estas entidades, especialmente cuando el personal pudiera ser escaso en algunas tareas.

El adecuado nivel de capitalización del que goza el sistema bancario permite hacer frente a esta crisis con mayor solidez, pero las reglas planteadas por el Comité de Basilea deberán flexibilizarse de manera temporal para que los bancos puedan asumir un mayor riesgo crediticio en los próximos trimestres y reactivar y normalizar la actividad económica lo más pronto posible.

Política industrial y regional

Habrá industrias con daños considerables, que podrían resultar irreparables. Consideremos por ejemplo la industria de la hospitalidad a nivel nacional. Sin apoyo fiscal y financiero, miles de hoteles y restaurantes irán a la quiebra. Los efectos económicos, sociales y financieros de esto serían muy costosos. Habrá regiones enteras paralizadas temporalmente, pero los efectos de esto no serán temporales. Pensemos en cientos de regiones y corredores turísticos del país como la Riviera Maya, Bahía de Banderas y la Riviera Nayarit, que quedarán paralizadas por semanas enteras. En esas semanas la gente necesita alimentos, medicinas y cubrir otras necesidades básicas.

Se deberá considerar una amnistía fiscal para estas industrias y regiones, incentivos para la pronta recuperación del empleo, créditos blandos a través de la banca de desarrollo, aprovechando la baja de tasas a nivel global, y el apoyo a proyectos que abonen a la recuperación expedita. Las empresas deberán reforzar sus cadenas de logística para evitar problemas de suministro.

Se deberá promover la inversión privada, nacional y extranjera, en todas las industrias y formas. Bajo las circunstancias actuales y los ínfimos precios del petróleo se deberán abandonar todas las restricciones a la inversión en esta industria estratégica.

Política de Salud

Se debe considerar la liberación de recursos extraordinarios para hospitales, clínicas y otros centros de salud. Se requiere facilitar la contratación de personal temporal —proveniente de otras industrias afectadas— y la importación de todo el equipo médico necesario para enfrentar la contingencia: respiradores, cubrebocas, kits de prueba, etcétera. Ante la escasez internacional de este tipo de equipamiento e insumos, se deberán dar facilidades, fiscales y pecuniarias, a empresas y universidades para el diseño y la fabricación de este equipo en el país.

A grandes males, grandes remedios. Es momento de que gobierno, empresas y sociedad civil se unan para enfrentar la contingencia sanitaria y sus gravísimas consecuencias económicas y sociales. Se requerirá creatividad, solidaridad y flexibilidad por parte de todas las partes involucradas. De no actuar, las consecuencias para todo México serán desastrosas, profundas y de largo alcance. Éste es el momento de demostrar de qué estamos hechos los mexicanos.

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