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Opinión

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El 2020 parecía un año sin buenas noticias, la UE opina lo contrario

Los 27 países de la Unión Europea han logrado un acuerdo histórico por varios motivos.

1. Ocurre en un momento donde la tensión entre el aislacionismo y el multilateralismo ha sido agitada a través de la promoción de nacionalismos (la opción más sencilla para ganar elecciones).

2. La Unión Europea arrastraba un déficit social desde 2009 y durante todo el periodo de la crisis financiera internacional originada en Estados Unidos. No se debe de olvidar que Grecia fue maltratada por el club comunitario negándole subsidios y presionándole a que aceptara créditos. Y no sólo eso, el primer ministro Yorgos Papandreu acabó renunciando en 2011 por presiones de Bruselas.

3. Los consensos alrededor de los equilibrios de las finanzas públicas de los 27 países son como los eclipses, ocurren con poca frecuencia.

4. El euroescepticismo que se asentó tras el Brexit derivó en la posibilidad de la desintegración del modelo político más exitoso del siglo XX. Steve Bannon y Donald Trump se afilaron las uñas para empujar a la Unión Europea hacia el caos.

5. La Unión Europea de tres velocidades existe de facto. La primera velocidad la protagoniza el eje franco-alemán (dos de los seis fundadores del modelo), y siempre han sido los que han promovido las reformas desde el Consejo de Europa (conformado por los ejecutivos de los miembros). La segunda velocidad son las naciones frugales que buscan imponer sus equilibrios de gasto público a los países con problemas económicos: Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia. Detrás de la tercera velocidad está el grupo de Visegrado: Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa. Las reformas sociales, el respeto a las libertades y al equilibrio de poderes no han sido la práctica común para el húngaro Viktor Orbán y los polacos Mateusz Morawiecki y Andrezej Duda, primer ministro y presidente, respectivamente. El grupo de Visegrado está más cerca de Washington que de Bruselas.

6. Las tres velocidades se traducen en grados de afinidad y compromiso con la Unión Europea, es decir, en la actitud y voluntad para ceder soberanía. Esta es la parte medular de las diferencias entre los 27.

Detrás del acuerdo hay novedoso pilar que aportan los 27: la entrega de 750,000 millones de euros a través de subsidios (390,000 millones) y préstamos (360,000 millones). El segundo pilar es el presupuesto plurianual acotado a los próximos siete años: 1,074 billones de euros. Lo novedoso y plausible es el primer pilar, destinado a paliar el azote del nuevo coronavirus.

Es obvio que España e Italia son los grandes ganadores del acuerdo porque han sido los más afectados.

Los países frugales, pese a que son los que mayores beneficios obtienen por la existencia del mercado común, creen que la Unión Europea es un sistema de irrigación que reparte dinero de unos generosos vecinos norteños a unos desgraciados sureños, incapaces de poner en orden sus cuentas.

Si mañana salieran de la Unión Europea, Dinamarca perdería un 9.1% de su PIB; Austria, 11.8%; Países Bajos, 15.7% y Suecia, 7.1% (no pertenece a la zona euro).

Conclusión: Angela Merkel catapulta la esperanza en los organismos supranacionales y multilaterales. Es Alemania quien preside, durante el segundo semestre de este año, a la Unión Europea. El próximo año dejará el gobierno y su legado hubiera quedado ensombrecido por lo ocurrido en la crisis de la pandemia.

Como asegura Jordi Bacaria, académico de la Universidad de Barcelona, con Merkel presidiendo la mesa, ¿quién se atreve a levantarse?

Boris Johnson lo podría haber hecho, pero por fortuna para la Unión Europea, el Reino Unido abandonó Bruselas motivado por su sempiterno euroescepticismo.

El 2020 parecía un año sin buenas noticias. La Unión Europea opina lo contrario.

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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