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El Estado Laico En Peligro
La Uña:
El espacio para la deliberación pública se ha hecho cada vez más angosto. Contrario a lo que hubiéramos esperado, lo que la 4t (con minúscula) ha traído, es un cúmulo de nuevas costumbres o de tan viejas poco creíbles u olvidadas.
Sin embargo hay una que habíamos aprendido a respetar durante los últimos casi 100 años: conservar nuestro Estado laico.
Hay 3 guerras que costaron millones de mexicanos en nuestro pasado. La invasión norteamericana, solapada por la iglesia; la guerra de reforma que duro 3 años y la guerra cristera en el 1929. ¿No es suficiente aprendizaje, para alguien que presume de saber de historia, aunque sea por encimita?
No es sólo que el Articulo 3º de la Constitución, defina a la educación, sino a la democracia mexicana como una que respetará las creencias y velará por que en la vida cotidiana se desecharán fanatismos en favor de la ciencia y la razón. También obliga a que el Estado no será sometido o proclive al fanatismo y principios ajenos al derecho. Mucho menos que los fomentará.
Pues en estos dos días, aunque usted no lo crea, dos cosas sucedieron. Arturo Farela, líder de las iglesias evangélicas, (Confraternice), el día miércoles aseguro en declaración pública, que el Gobierno Federal le autorizó para que los becarios de “Jóvenes Construyendo el Futuro” fueran educados en los principios evangélicos y que tenía al día de hoy 7000 jóvenes a los que se les daban dicha educación de biblia, durante una hora diaria.
Esos jóvenes son sometidos a una educación cuasi obligatoria y que está ligada a su beca o ayuda económica, durante una hora diaria, so pena de no sabemos que consecuencias.
El presidente Andrés Manuel, dijo que no lo sabía. Lo más extraño es que es el guía espiritual de AMLO, no le hubiera dicho. No sólo no lo desmintió, sino que le pareció bien el endocrinamiento religioso y acaso político en favor de AMLO, que están haciendo estos grupos. Con recursos del Estado y con la complacencia del gobierno.
El Presidente dijo que, en medio de ello estaba la libertad de expresión y que era valioso que se instituyeran principios morales. La verdad es que de libertad no tiene nada.
Si un joven es obligado a seguir un curso de biblia durante una hora diaria y a que sea recordado que su beca es proporcionada por AMLO, lo de libertad se hace precario. Si además, no es que escoja tomar o no el curso, sino a cursarlo a fuerza, la libertad se vuelve nula.
Pero si mientras la Secretaria del Trabajo y la de Gobernación dicen que no es cierto y el Presidente no lo desmiente, algo anda muy mal.
El presidente ha confiado en que la introducción de principios morales o éticos en la sociedad, es una solución a parte de nuestra descomposición social, pero hacerlo desde una sola perspectiva: la evangélica, el asunto es lamentable.
No me considero un jacobino radical, pero la convivencia social, después de tres guerras, aconseja no tomar partido, ni tener preferencias. Una imbecilidad que además no les propone a los jóvenes si quieren ir, sino a las empresas a quienes se les pide permiso; no a los individuos que deben tomar esa decisión. Amarrados por dinero constante y sonante. El estado se complace de imponerles una manera de pensar. No importa la que sea.
La Mugre:
La diferencia enorme entre occidente y medio oriente, es que mientras la libertad de pensar es nuestra visión del mundo, allá se aprende a leer en el Corán. Allá aprender a leer y a convivir, se hace con base en un texto religioso de cumplimiento obligatorio. Durante el siglo XIX, la iglesia católica pugnó para que la educación se hiciera con y a través de textos religiosos, en nuestro país.
Académicos como Pedro Salazar, ha producido textos en los que el laicismo o la falta de él, son fuente de desigualdad y conflictos.
Resulta absurdo que el Presidente de México, traiga esta discusión de nuevo a la mesa de la discusión y, como parte de su mandato democrático, que dominante, pero no mayoritario, nos quiera imponer una manera de pensar, de ser, de actuar o de comportir, como si nadie tuviera la capacidad de pensar por si mismo o si hubiera que igualar el pensamiento social, respecto de lo que él piensa. Lamentable.