Lectura 3:00 min
El PIB como distractor
López Obrador reniega del PIB porque elude aceptar que la mayor recesión que tendremos será en gran parte por sus erradas políticas públicas.
semana anterior de distractores presidenciales: porras a López-Gatell de que no está solo; defendió en voz de Zoé Robledo la adquisición directa al hijo de Bartlett de los respiradores con un sobreprecio de 85%; justificó que dos colaboradores de su ayudantía personal hayan sido designados funcionarios del SAT; acusó a los médicos de que durante el “periodo neoliberal” sólo buscaban enriquecerse y remató diciendo que había que abandonar el uso del Producto Interno Bruto (PIB) y mejor sustituirlo por un concepto de bienestar y felicidad. Fueron distractores intencionales para no enfrentar las fuertes críticas metodológicas a la medición de contagios y fallecimientos del Covid-19. También, para evitar hablar del dramático declive de la economía: 80% de los restaurantes y comercios en el país permanecen cerrados; el desempleo en abril es de un estimado de 500,000 puestos perdidos; la ocupación hotelera en los cinco principales destinos playeros cayó 90%; en el sector automotriz, las ventas se contrajeron 65%, la producción 99% y las exportaciones 90%; el tráfico aéreo se desplomó 92 por ciento.
El presidente sigue creyendo que para superar la crisis no necesita del sector privado y cerró el diálogo para escuchar las 68 propuestas que recopiló el Consejo Coordinador Empresarial. Patético su llamado a que es responsabilidad de las empresas enfrentar su quiebra. Qué mezquindad. Su arenga de abandonar el PIB por ser un indicador que no refleja el bienestar es en realidad parte de un debate profundo entre economistas. Pero no creo que López Obrador se refería a la sofisticación de esa discusión. El PIB como una medición del valor de la actividad económica surgió con Simon Kuznets en 1934 (recibió el Nobel en 1971) al ser el arquitecto del sistema de cuentas nacionales de donde emana la medición del PIB. Kuznets enfatizó que no se trataba de una medición del bienestar social. Es una herramienta técnica que puede ser errónea si se usa para inferir condiciones de bienestar. Desafortunadamente con las décadas el cambio en el PIB ha sido empleado como una condición sine qua non de progreso económico. Pero hay que mantener al concepto en su adecuada perspectiva de que sólo mide la actividad económica. Para evaluar el bienestar, Amartya Sen (otro premio Nobel) planteó indicadores tales como educación, salud, nutrición y medio ambiente. A partir de tres dimensiones (salud, educación y PIB per cápita), la ONU construye el Índice de Desarrollo Humano como un indicador de progreso. Nótese que incluye al PIB.
En el fondo, López Obrador sabe que, con todas sus imperfecciones, el PIB es una medida útil del tamaño del pastel y que, si éste se reduce, se emplean menos insumos (hay desempleo y no hay inversión) y las rebanadas (ingreso) no alcanzarán para toda la población. Pero reniega del PIB porque elude aceptar que la mayor recesión que tendremos desde 1932 será en gran parte autoinfligida por sus erradas políticas públicas. El populista siempre trata de evadir su responsabilidad, pero, al final de cuentas, no podrá aislarse del juicio de la historia.