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El ajuste fiscal que viene
Al final del sexenio lopezobradorista y frente al proceso de sucesión presidencial, el discurso oficial, desborda optimismo en torno a la situación de la economía nacional y las finanzas públicas.
Como ocurrió en sexenios previos, el gobierno actual, “presume” la estabilidad macroeconómica.
Sin embargo la realidad es muy distinta. López Obrador heredará la menor tasa de crecimiento económico; elevados y crecientes compromisos presupuestales para cumplir con los programas sociales y obras icónicas; una política fiscal expansionista, que dificulta el control inflacionario; y, una deuda elevada que obliga a pedir prestado para pagar intereses.
Paradójicamente, el gobierno saliente, concluirá su gestión con un crecimiento inferior, al mediocre ritmo de crecimiento del 2%, que registraron los gobiernos “neoliberales”.
El pronóstico generalizado de los economistas no gubernamentales, es que el sexenio concluirá con una tasa de crecimiento inferior al 1%, muy lejos de la tasa de crecimiento del 4% anual que prometió el entonces candidato a la Presidencia de la República.
Y, en contra de la presunción gubernamental, las finanzas públicas cerrarán notablemente debilitadas.
El próximo gobierno, de entrada, tendrá que realizar un recorte presupuestal de 836.9 mil millones de pesos.
Es de tal magnitud el ajuste fiscal que tendrá que realizar la próxima Presidenta o Presidente, que no tendrá espacio para seguir aumentando los recursos de los programas prioritarios del obradorato.
Los 71 programas prioritarios no podrán rebasar los 1.2 billones de pesos presupuestados.
Los Precriterios de Política Económica, presentados en días pasados, prevén un déficit fiscal amplio de 5.9% para este año 2024 y de 3.0% para el próximo año.
Se entregarán finanzas públicas comprometidas y con escaso margen de maniobra.
Por otra parte, las estadísticas dejan ver que el gobierno que prometió que no elevaría la deuda, finalmente sí lo hizo e incluso pide prestado para pagar intereses.
El gobierno actual prometió no endeudar a México. Desde el inicio de su gestión y hasta ahora, ha dicho y sigue repitiendo, que no ha aumentado la deuda. Pero los números revelan que del 2019 al 2024, la deuda ha aumentado notablemente.
Fernando Galindo, flamante coordinador de la mesa de finanzas públicas de la candidata opositora, Xóchitl Gálvez, publicó en su cuenta de X un “hilo” en el que refiere los datos.
La actual administración –dice el ex funcionario hacendario– terminará el sexenio con un nivel de deuda mayor al 50.2% del PIB.
Esto significa que la deuda será 6.6% más alta que en el 2018, al cierre del sexenio de Enrique Peña Nieto.
Y en consecuencia, cada mexicano, incluso los recién nacidos, tendrán una deuda de 132 mil pesos.
La deuda que ha solicitado el gobierno lópez obradorista cada año ha sido como sigue:
En el 2019 solicitó autorización para tomar deuda por 800 mil millones de pesos, equivalente al 2.3% del Producto Interno Bruto (PIB).
En el 2020 y el 2021, pidió 1.3 mil millones de pesos para cada año, equivalentes al 3.8%, por año.
Para los años 2022 y 2023 aumentó la solicitud a 1.5 mil millones de pesos, por año, que representaron 4.3% del PIB, por cada periodo.
Para el año en curso, el 2024, el último del sexenio, la solicitud fue por 2 mil millones de pesos, 5.9% del PIB.
El experto en finanzas públicas –que ha trabajado con 3 secretarios de Hacienda, Luis Videgaray, José Antonio Meade y José Antonio González– señala que “habíamos superado la época en donde pedíamos prestado hasta para pagar los intereses.
(Pero) este gobierno regresó al “déficit primario”.Tan solo en el 2024 –apunta–, nos endeudarán con 1 billón 221 mil 397 millones de pesos (3.6% del PIB) sólo para pagar los intereses”.
Galindo comenta que la Secretaría de Hacienda dice que en 2025 tiene que hacer un ajuste de 3% del PIB para no poner en peligro la estabilidad.
Este ajuste –comenta el experto– equivale al 45% del gasto de las Secretarías.
Si (el partido) Morena realiza este recorte, con la inercia que traen –advierte– pondrían en riesgo el gasto de inversión y los subsidios.
Se avecina un fuerte ajuste fiscal; es el recorte que viene.
Así están las cosas. Veremos.
Atisbos
No hay sustituto en el mundo para el glifosato, reconoció ayer el presidente López Obrador.
El comentario presidencial se registra una semana después de que su gobierno, a través de las secretarías de Economía, Agricultura, Salud y otras instituciones anunciaron que no entraría en vigor el decreto que prohíbe el uso de ese herbicida en México.
Reconoció que es un tema polémico en su gabinete, pero ratificó que continuará utilizándose ese herbicida en el país, en tanto no se encuentren alternativas.