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El desmantelamiento del neoliberalismo a la mexicana
A lo largo de la historia económica hemos estudiado lo difícil que resulta la convivencia del Estado con el mercado. Repartir por igual el poder entre ambos ha sido prácticamente imposible. El dilema no resuelto de las ideologías económicas del desarrollo se ha centrado en encontrar el tamaño exacto tanto del mercado como del Estado. ¿Cuánta participación del Estado en la economía es pertinente para lograr niveles de desarrollo económico que efectivamente eliminen la pobreza? Con la caída de las economías estatistas al finalizar el siglo XX parecía que no había más opción que promover a las economías de libre mercado. Los últimos 30 años, no obstante, nos enseñan que estas economías no fueron suficientes para resolver las deficiencias de crecimiento. Durante el Covid la dignidad humana de los ciudadanos se enfrentó a la cruda realidad de que los estados habían abandonado su principalísima labor de establecer una red eficiente de acceso y protección a la salud; por su parte, el mercado, se ha orientado hacia incentivos con menos consideraciones a la dignidad humana hoy abandonada por ambos.
En el caso de México hemos deambulado desde la noción de máximo Estado hasta mucho mercado. Lo peor ha sido que ni siquiera lo hicimos adecuadamente. En nuestro país no se vivió un neoliberalismo propiamente dicho, sino que, arrastrando la insana costumbre de entrelazar los intereses económicos con los políticos, resultó en el desmantelando de las facultades económicas del Estado, entregando la mayor parte de empresas públicas a un puñado de personas que se dicen empresarios sin que haya habido un sólo caso de éxito. Lo mismo se buscó al crear instituciones de gobernabilidad económica que fueron capturadas por la ideología de mercado que no siempre es propensa al beneficio colectivo. El llamado capitalismo mexicano de amigos del gobierno se mantuvo condenando al resto de la sociedad a conseguir la escasa riqueza queda libre. Lo anterior provocó que los ciudadanos reciban servicios oligopólicos con graves daños estructurales a nuestra economía al impedir la libre competencia y concurrencia. Este episodio neoliberal avanzó poco en la desregulación económica y la disciplina fiscal al mismo tiempo que creció la corrupción de manera exponencial. Lo rescatable ha sido la disciplina monetaria gracias a la, aunque limitada, autonomía del Banco de México.
Desde el punto de vista económico, ha sido la candidata Claudia Sheinbaum, la única que ha propuesto con claridad, desmontar la insana relación que ha existido entre gobierno y oligarcas económicos que han amasado impresionantes fortunas en detrimento de la mayoría de la población. En estas elecciones nos corresponde apoyar la propuesta que se comprometa a la construcción de una economía con rostro humano basada en la dignidad de la persona y el interés de las mayorías. Han pasado más de 100 años de la revolución sin que la pobreza disminuya del 50% de la población, es tiempo para que los mexicanos despertemos y pongamos fin a la tragedia de la economía mexicana que manejan unos cuantos.