Lectura 3:00 min
El dilema de las ecoetiquetas (II)
En el artículo anterior mencioné que las ecoetiquetas permiten a los productos alimenticios el acceso a mercados que exigen certificados de sustentabilidad de los mismos, así como acceder a precios diferenciados por la manera responsable de producir
Para esta segunda parte del artículo, referiré algunas ventajas adicionales que les representa a las empresas del sector alimentario el emplear prácticas que benefician el entorno, distinguiéndose a través del uso de este tipo de etiquetas.
En el caso de las empresas pesqueras que emplean prácticas de producción en favor del cuidado al medio ambiente, les beneficia en su reputación y prestigio. Lo anterior redunda en una ventaja importante al momento de negociar con sus stakeholders, al brindarles un capital intangible que puede ser usado para conseguir diversos objetivos, como son el acceso a servicios, mejoras en las comunidades, mayor influencia sobre proveedores, acceso a los apoyos técnicos y financiamiento, entre otros.
Otra ventaja consiste en obtener información relevante. La obtención de ecoetiquetas requiere comúnmente implementar un sistema de monitoreo sobre variables clave a ser controladas; así mismo, también puede ofrecer comparativos del desempeño de la industria en ámbitos específicos. Esta información es relevante para conocer el estatus del hábitat marino y desempeño de las pesquerías, identificando con ello áreas de oportunidad para hacer más eficiente la producción.
En el caso de algunas empresas, explican que emplear este tipo de esquemas de certificación les representa altos costos por obtenerlas, al igual que en toda la cadena de valor, al tener que separar el producto en todos sus procesos. De igual manera, consideran que no está asegurado el sobreprecio y el acceso a otros mercados y muchas veces los ingresos derivados de estas ventajas no alcanzan a cubrir los costos asociados con la certificación y uso de estos instrumentos.
De acuerdo con las páginas web Ecolabel Index y Organic Monitor, existen en el mercado de alimentos entre 148 y 200 ecoetiquetas que ofrecen certificaciones en diversos aspectos, como producción orgánica, comercio justo, carbono neutral, entre otros. Dicha diversidad de etiquetas y de objetivos al respecto de la sustentabilidad dificulta elegir el esquema más adecuado. Sin embargo, un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Accenture identifica que los sistemas de ecoetiquetado más aceptados en foros internacionales tienen tres características: 1) son voluntarios; 2) son verificados por un organismo externo y 3) son operados por un organismo independiente de los interesados en el resultado.
Las ecoetiquetas y la gran variedad de mecanismos de certificación que existen plantean un dilema al productor con respecto a la conveniencia de su uso, pero es necesario destacar que las preferencias de los consumidores y exigencias normativas de diversos mercados marcan claramente la tendencia del uso de este tipo de esquemas de certificación.
*Erick Rodríguez Maldonado es especialista de la Subdirección de Pesca, Forestal y Medio Ambiente de FIRA. La opinión aquí expresada es del autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.