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Opinión

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El ejemplo dominicano

La República Dominicana es una de las economías de más rápido crecimiento de América Latina, debido al enfoque tecnocrático de gobierno del recientemente reelegido presidente Luis Abinader. Su administración, que ha superado a los gobiernos populistas de la región, podría servir como ejemplo para otros mercados emergentes.

BOGOTÁ. Hace pocas semanas se llevaron a cabo las elecciones en República Dominicana, donde el presidente Luis Abinader fue reelegido con la mayor votación en la historia de ese país y con la mayor diferencia frente a sus opositores. Esta realidad se vio acompañada por la consolidación de una apabullante mayoría parlamentaria y por un triunfo en las pasadas elecciones municipales, donde el presidente y su partido alcanzaron una victoria sin precedentes en la historia reciente.

¿A qué se debe esta secuencia de éxitos electorales? Sin duda alguna a un estilo de gobierno que, contrario a los populismos demagógicos que agobian a tantos países de América Latina, donde se gobierna con sectarismos y prejuicios ideológicos, se ha logrado un estilo de gobierno gerencial, tecnocrático y motivado por una defensa irrestricta de la democracia, la libertad y la economía de mercado.

Ante una región en la cual los gobiernos de izquierda y extrema izquierda se han dedicado a espantar la inversión, crear incertidumbre y reabrir los oscuros capítulos de estatizaciones e intervenciones abusivas de carácter regulatorio, República Dominicana se ha convertido en una nación floreciente en el turismo, la infraestructura, la transición energética, los servicios digitales y la agricultura. Por cuenta de este evidente y efectivo contraste, se podría hablar hoy de una joya en el Caribe que se ha tornado en un referente de eficacia en la gestión pública y, al mismo tiempo, en la mejora constante de las condiciones de vida de los más necesitados.

Entre los resultados que el gobierno de Abinader ha podido presentar se encuentra el hecho de ser una de las economías de mayor crecimiento en la región, ya que se espera un crecimiento de 5.1% para el 2024, según un reciente informe del Banco Mundial. Además, se ha inaugurado cerca de cuarenta y cinco hospitales, habilitado más de quinientos centros de atención médica, y proveído educación a más de trescientos mil nuevos estudiantes en formación inicial, primaria y media. También se han inaugurado más de ciento veinte planteles educativos y mejorados centenares de instalaciones escolares.

A esta lista de logros evidentes también se suma una vigorosa agenda de seguridad, validada por una necesaria reforma policial en marcha, que incluye la capacitación en materia de Derechos Humanos y convivencia ciudadana a más de tres mil uniformados. Entre los resultados ostensibles en materia de seguridad, se destaca que en el año 2023 la tasa de homicidios se redujo en cerca de un dos por ciento, consolidándose con una de las tasas más bajas de homicidios de toda la región, con 11.7 por cada 100,000 habitantes.

La lucha frontal contra el narcotráfico también ha sido una prioridad del gobierno de Abinader y, mientras en países gobernados por populistas el narcotráfico se afianza, en República Dominicana se han alcanzado incautaciones que superan la última década en su totalidad. La combinación de defensa de la democracia, la economía de mercado, la seguridad, la inversión y la provisión de oportunidades de servicios sociales ligados con nuevas ofertas laborales son la receta de la bonanza dominicana, que apunta a los mejores años en el sector turístico y el desarrollo de nuevos destinos paradisiacos de sol y playa combinados con una cultura musical y gastronómica que deleita.

Consciente de los logros, pero también de los grandes desafíos, el gobierno de Abinader empieza su segundo mandato con unas prioridades ineludibles: consolidar la estabilidad fiscal del país, aumentando los ingresos para profundizar la inversión social; acelerar la transición energética garantizando confiabilidad y continuidad, al mismo tiempo que se habilitan fuentes renovables no convencionales; aumentar las áreas protegidas a un 30% antes del 2030, desarrollar Data Centers para ser el hub tecnológico del Caribe y detonar la generación masiva de empleos juveniles, entre otros.

La puesta en marcha de esta agenda está también asociada a la idea de lograr que República Dominicana sea el primer país del Caribe en ingresar a la OCDE y de posicionarse como un referente de gestión amigable con la iniciativa privada dentro del entorno de los mercados emergentes.

Por supuesto, para el futuro de República Dominicana es fundamental lo que ocurra con Haití. La inequidad rampante, la anarquía institucional y la captura del poder por parte de grupos armados ilegales, como el liderado por Jhonny Barbecue, son un riesgo latente para el pueblo dominicano, debido a la incapacidad de absorber más migrantes en situación famélica y mucho más cuando crece la indiferencia global frente a la crisis haitiana. Una escalada de violencia o de hambre en Haití detonaría una crisis humanitaria mayor en la frontera de los dos países, pero la comunidad internacional no se puede lavar las manos esperando que sea República Dominicana quien resuelva un tema que amerita una decidida y efectiva acción colectiva.

Hoy, dominicana es un referente democrático continental, sin caudillismos, en contraste con los fallidos modelos liderados por el Grupo de Puebla. La principal lección que queda para los líderes políticos es que a largo plazo los pedagogos son más efectivos que los demagogos, dado que prefieren los resultados a la esclavitud absurda de los erráticos prejuicios ideológicos.

El autor

Iván Duque Márquez fue presidente de Colombia.

Derechos de autor: Project Syndicate, 2024.

www.project-syndicate.org

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