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Opinión

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El empresariado de codicia de Coparmex ante la reforma laboral

Ante el impulso de una nueva modificación que pretende disminuir de 48 a 40 horas la jornada laboral semanal, advertimos que ésta no cuenta con una reflexión profunda ni incorpora la voz e inquietudes de todos los sectores, por lo que la propuesta, que ya fue aprobada en comisiones de la Cámara de Diputados, debe frenarse ya que podría tener efectos adversos en el mundo del trabajo.

Insistimos en que, para dar pasos firmes hacia una cultura de respeto total de los derechos humanos de los colaboradores, antes de pensar en reformas que afectan la duración de las jornadas, se debe permitir que las cinco enmiendas previas se consoliden a través de su adaptación progresiva en la empresa, para que los beneficios de estas permeen, sin ninguna afectación, entre los trabajadores a nivel nacional.

En ese sentido, es fundamental que se tomen en cuenta las delicadas condiciones económicas que por factores internos y externos atraviesa el país, como son, una posible recesión en la economía de los Estados Unidos, los aumentos en las tasas de interés y las bajas expectativas de crecimiento.

Consideramos que el golpe económico de esta medida puede ser severo y devastador no sólo para las empresas, que tendrían que destinar más recursos a la contratación de personal y/o el pago de horas extras, sino que, en la práctica, podría no implicar mayor descanso para los trabajadores.

Es importante mencionar que la medida también impactará los precios de los bienes y servicios, propiciando mayor inflación y que los montos que las familias actualmente destinan para alimentación, salud, educación y esparcimiento, entre otros, eventualmente se incrementarían por el aumento en costos laborales.

“De aprobarse la reducción de la jornada laboral, ésta podría afectar el costo laboral de los 14.3 millones de trabajadores formales asalariados que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, trabajan más de 40 horas a la semana.

Este mismo concepto aumentará para los 8.5 millones de trabajadores que laboran los sábados, a quienes la reforma contempla que se les deberá de pagar una prima sabatina, lo que podría ocasionar que este grupo de colaboradores vean reducidos sus ingresos ante la incapacidad de las empresas de emplearlos por el costo que representa. La reforma, entonces, genera incentivos negativos, como desalentar la contratación de nuevo personal e incluso fomentaría la informalidad.”

¿No será una muestra de la codicia propia de los empresarios mexicanos? Los empresarios muestran mucho el tipo de capitalismo que rige en un país. En México es el capitalismo de amigos, crony capitalism y el capitalismo de la desigualdad.

Según Luis Guevara, desde el 14 de Marzo de 2020, que se empezaron a tomar medidas de distanciamiento social en Jalisco por el coronavirus, a muchos pseudo-empresarios les cayó como anillo al dedo, ya que visualizaron la crisis como una oportunidad para bajar sueldos, despedir empleados sin finiquito, suspender pago de proveedores, pedir apoyos de gobierno y negociar préstamos con los bancos, se avivaron y lo tomaron como dice el dicho que en “tiempos de crisis, tiempos de oportunidades”.

Hubo muchos casos muy cercanos donde se bajaron sueldos hasta un 75%, es decir, si alguien ganaba $1,000 pesos, empezarían a ganar $250 pesos y en el peor de los casos hubo muchas empleados que los corrieron sin un finiquito, siendo la justificación lo que se veía venir en el corto plazo para la empresa. Eso sí, los empleados que se quedaban debían de estar agradecidos ya que seguían manteniendo sus puestos de trabajo gracias a que la empresa estaba haciendo grandes sacrificios para ayudarlos y mantenerlos en la nómina.

La mala administración, la falta de liderazgo, falta de visión y estrategias, el aprovecharse de la necesidad de sus empleados, entre otras cosas, estuvo provocando que muchos pseudo-empresarios tomen decisiones que están afectando a miles de familias. Muchas PyME’s en México tienen una falta absoluta de planeación y planes de contingencia ante cualquier tipo de crisis. Son empresas que viven al día y no por la falta de recursos, sino por la falta de ética y cultura empresarial para repartir a la empresa y a sus colaboradores algo de la riqueza que les han generado. Por eso en México es muy común ver dueños de PyME’s con carros de último modelo, casas en las mejores zonas, hijos en las mejores escuelas, viajes, ropa de diseñador, etc… Lo importante es sólo llevar agua para su molino.

Sin embargo, está el otro lado de la moneda, hay que darse una vuelta a las oficinas de esas empresas, se están cayendo por la falta de mantenimiento, mobiliario de oficina y maquinaria de hace 40 años, el personal no cuenta con el equipo mínimo indispensable para operar de manera segura en las diferentes áreas como almacén, producción o la oficina administrativa. Pero aún dentro de esas instalaciones que se caen a pedazos existe un oasis, un espacio que no concuerda con las condiciones del resto de la empresa, así es, ¡la oficina del dueño!, un espacio con el mejor equipo de cómputo, el mejor escritorio y la silla más confortable para esas cortas horas de trabajo, aire acondicionado, buena iluminación, baño privado y hasta un frigobar para guardar sus bebidas refrescantes.

Además, no solo los empleados son los afectados por situaciones como la que se vivieron por la pandemia. La cadena de suministro también tendrá un fuerte impacto, los pagos a proveedores con la excusa de la crisis no se estarán liberando en tiempo y forma, en el mejor de los casos serán las facturas por vencer las que no se van a pagar a tiempo, en el peor de los casos o la realidad serán las cuentas por pagar ya vencidas más lo que se acumule, por obvias razones esto termina impactando a varios eslabones en la cadena, desde fabricantes hasta las empresas de logística que dan los servicios de entrega.

Según el autor ésta es la realidad del 80% de las PyME’s en México, ante esto, nos podemos imaginar la magnitud de crisis que se viene, donde el impacto del COVID-19, fue simplemente la gota que derramó un vaso lleno de malas decisiones, falta de compromiso, falta de planeación, falta de planes de contingencia, falta de fondos de emergencia para éste tipo de situaciones, poniendo a las empresas y a miles de familias en la cuerda floja, culpando al gobierno y esperando que les eche la mano para rescatarlas. En el mejor de los casos éstas empresas sobrevivirán a costa de sacrificar empleados, proveedores, negociando deuda y lo que les caiga de ayuda de gobierno, en el peor de los casos muchas de éstas empresas cerrarán o verán disminuida su operación.

Estamos convencidos que “tiempos de crisis, tiempo de oportunidades”, en un sentido diferente al de estos empresarios. Así será para aquellos empresarios que aprendan una de las tantas lecciones que nos dejará la crisis, es una gran oportunidad para hacer las cosas diferentes de aquí en adelante. No sólo buscar nuevas formas de comercializar sus productos o servicios para seguir atendiendo a sus clientes, sino me refiero a un cambio más de fondo, más estructural, donde haya una planeación de manejo de riesgos con el fin de minimizar el impacto que pueda tener cualquier contingencia. Éstas empresas funcionan sin ninguna planeación, ninguna estrategia de manejo de riesgo ante alguna crisis, exprimen a la gallina de los huevos de oro a más no poder sin pensar en el futuro. Mientras esto no cambie, seguiremos con los gobiernos de izquierda que logran mejoras laborales pero, por otro lado, destruyen la economía y la institucionalidad del país.

Hay muchos riesgos que se pueden presentar para las empresas además de una pandemia, pueden ser terremotos, incendios, tipo de cambio, inflación, proveedores clave que quiebran, problemas de calidad... Recordemos que una empresa es tan fuerte como el más débil de los eslabones de su cadena de suministro.

Un país vale lo que valen sus empresarios: siguiendo ese ejemplo México valdría poco, pero la poca valía viene de muchos de sus empresarios, no de los empresarios informales o los empleados terriblemente mal pagados. Mientras no haya un cambio de mentalidad en las cúpulas empresariales, estarán justificadas las narrativas de la izquierda que por otro lado, han sido terribles para el país. ¿No es necesaria mayor magnanimidad por parte de nuestros empresarios y sus corruptas cúpulas?

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