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El maíz abre otro frente en el T-MEC
En 2018 lo dijo AMLO y pensaron que no iba a pasar nada. En 2020, el presidente López Obrador firmó un decreto sobre el tema y siguieron pensando que no iba a pasar nada. Ahora está claro: está firme el proyecto para eliminar las importaciones de maíz transgénico. Hay un plazo que se cumple en el 2024. Los nubarrones están a la vista, ¿de qué tamaño será la tormenta?
La decisión del gobierno de México cuenta con el apoyo de personas y asociaciones que piden una política más firme en defensa del maíz criollo. Se trata de un cultivo original de México y tiene al menos 59 variedades. En contra, está el Gobierno de Estados Unidos, los agricultores del Medio Oeste de Estados Unidos y muchas empresas que operan en México, las que producen semillas genéticamente modificadas, como Monsanto, y las que utilizan el maíz intensivamente como insumo para producir alimentos para animales, harinas y almidones.
Dos cuestiones son clave: ¿Cómo hará México para sustituir el maíz que ahora compra a Estados Unidos? y ¿cómo reaccionará Estados Unidos, en caso de que los plazos marcados por el gobierno mexicano se cumplan?
México es el principal comprador de maíz amarillo de Estados Unidos. En el corto y mediano plazo, no tendría capacidad para sustituir con producción nacional todo lo que se compra a los vecinos del norte. Desde el 2019, la producción de maíz se ha incrementado apenas alrededor de 1 o 2% anual, en buena medida por programas de distribución de fertilizantes a productores de escasos recursos y baja productividad. México es autosuficiente en maíz blanco, que se usa principalmente para el consumo humano. Produce alrededor de 27 millones de toneladas por año.
¿Qué pasa con Estados Unidos? La posición mexicana ha sido objeto del diálogo binacional, desde hace algún tiempo, pero el asunto ha ido ganando en intensidad a lo largo del 2022. En septiembre, el secretario de Agricultura de la administración Biden, Tom Vilsack, expresó su preocupación y pidió más claridad al gobierno mexicano. Avisó que el asunto podría llevar a una controversia que se resolvería con el marco del T-MEC. En el mismo sentido, esta semana se pronunciaron dos senadores estadounidenses, Chick Grassley y Joni Ernst, que pidieron la intervención de Katherine Thai, representante comercial de Estados Unidos.
De parte de México, parece ser que el rol del policía suave corresponde al secretario de Agricultura, Víctor Manuel Villalobos, mientras que el papel de policía rudo le toca al subsecretario de Agricultura, Víctor Suárez. Este dijo a Reuters que México sí está decidido a suspender las importaciones. Advirtió que podríamos comprar a Argentina y Brasil, maíz que no esté genéticamente modificado. Utilizó una frase que merece estar en cualquier resumen del año: “el T-MEC no es Dios”.
En juego está mucho dinero y las reglas del juego del comercio agroalimentario binacional, de las que México se ha beneficiado con las exportaciones de frutas y hortalizas. En 2021, México importó 15.5 millones de toneladas de maíz amarillo provenientes de Estados Unidos. El valor de las importaciones fue de 5,000 millones de dólares. Se trata de cifras récord y todo parece indicar que en 2022 se superarán las marcas, porque entre enero y septiembre México ha comprado 1.5% más que en 2021.
La solución no será fácil, ni dentro del T-MEC, ni tampoco en el contexto de la sustitución de Estados Unidos como proveedor. El T-MEC no incluye explícitamente ninguna prohibición al uso de biotecnología en la producción de alimentos comerciables. De hecho, los tratados de libre comercio y la Organización Mundial de Comercio se basan en un principio llamado de equivalencia sustancial, de acuerdo al mismo, el maíz transgénico es equivalente al maíz convencional híbrido, porque tiene la misma composición física y química.
MAIZALL, una cámara internacional que representa a productores de Argentina, Brasil y Estados Unidos, que representa a los responsables del 80% de las exportaciones mundiales del maíz, ha dicho, según Reuters, que no cambiará sus métodos de producción de maíz a no transgénico para adaptarse a México. ¿Ni siquiera por un mercado que vale 5,000 millones de dólares anuales?