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El mal diagnóstico de una moneda fuerte
El peso está fuerte porque hay confianza de los inversionistas, dice el presidente Andrés Manuel López Obrador. Quizá debió agregar que el sol sale por la mañana, porque la tierra gira sobre su eje. En fin, si la moneda se aprecia es porque alguien la quiere, entre ellos, los inversionistas.
No es tanto problema que López Obrador diga que el peso fuerte es un éxito de su gobierno, y que sus corcholatas lo repitan como pericos, el problema está en que se crean que realmente este régimen es un factor de confianza, porque eso les inhibe cualquier posibilidad de rectificación.
Pero si vamos con eso de las perogrulladas para explicar la apreciación del peso, como la presidencial de los inversionistas, habrá que decir que si el peso gana es porque alguien pierde.
Y eso es lo que hay que ver con atención. Estamos ante movimientos financieros derivados de una realidad: el dólar es hoy una moneda que se ha debilitado. Los que venden sus dólares están comprando, entre otros activos, pesos mexicanos.
Si en lugar de trabajar en lo que deben las corcholatas publican gráficas de la apreciación del peso frente al dólar con todo y mensajes políticos huecos, deberían publicar un par de gráficos adicionales.
Uno, el DXY que rastrea el valor del dólar estadounidense en comparación con una canasta de seis de las principales monedas del mundo. Ahí verían la fuerte depreciación del llamado billete verde.
Y, dos, el comportamiento de la tasa de interés interbancaria del Banco de México de julio pasado a la fecha. Ahí tendrían la película completa de qué tan rápido han aumentado los premios por invertir en pesos.
Es muy peligroso que el país esté en manos de quien no entiende el funcionamiento de los mercados, porque son los que toman las decisiones que acaban por afectar a todos, incluida la confianza financiera.
Al dólar débil le acompaña un factor que sí diferencia a México de otros mercados financieros emergentes.
Este país, ofrece una tasa de interés base de 10.5%, son 600 puntos base sobre la tasa de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, es un país con grado de inversión, que posee una moneda de altísima liquidez para entrar y salir con facilidad. Así que, efectivamente, lo que hay es un destino financiero muy atractivo.
Las inversiones directas y las exportaciones también fluyen gracias a los acuerdos comerciales y a pesar de los diques ideológicos en el sector energético. Muchos turistas y hasta las remesas ayudan, que tampoco son un triunfo de la 4T.
La estabilidad cambiaria y esta fortaleza temporal del peso ayudan a que, entre otras cosas, se contenga la inflación. Esto está muy bien. También respalda el ánimo nacional, porque hemos hecho del peso parte de nuestros símbolos patrios.
Pero hay que tener cuidado con los movimientos de los mercados financieros y no tomarlos tan a pecho la inevitable volatilidad.
Ayer vimos dólares de a 18.80 pesos, pero hace menos de tres años vimos dólares arriba de los 24 pesos por circunstancias tan específicas como la pandemia de Covid-19.
El punto es que un indicador tan volátil no debe ser tomado con la frivolidad con la que lo abordan los que no tienen nada más que presumir.