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Opinión

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El mercurio y Minamata

El mercurio es uno de los elementos más peculiares que conocemos, y lo conocemos desde hace unos 4,000 años. Uno de los poco metales líquidos a temperatura ambiente junto al cesio, galio y francio; todos descubiertos en años más recientes, el mercurio (del griego hydrargyros, plata líquida) es un metal pesado de número atómico 80 y símbolo Hg que se ubica justo junto al talio en la tabla periódica, y con el que comparte ciertas características que lo vuelven muy interesante, por decir lo menos.

El mercurio puede existir naturalmente en dos formas: su forma metálica con su característico brillo líquido es la más conocida, anteriormente muy utilizado en termómetros, barómetros y cualquier instrumento para medir presión y/o temperatura; y su forma orgánica en forma de sulfuros de mercurio, también conocido como cinabrio.

En su forma metálica es considerado no demasiado tóxico, debido a la dificultad que presenta para ser absorbido por el organismo, excepción hecha cuando se calienta por encima de los 40° C, entonces produce vapores sumamente tóxicos y corrosivos que pueden ser inhalados, ingeridos o penetrar el organismo a través de la piel y las mucosas.

El problema con el mercurio se deriva de su afinidad de reaccionar con los grupos sulfuro que forman parte de una gran cantidad de enzimas metabólicas en el cuerpo humano, interfiriendo por lo tanto con el metabolismo normal del individuo. Las principales fuentes de mercurio responsables del envenenamiento por el metal suelen ser el cloruro mercúrico, el cloruro mercurioso, el óxido mercúrico y el cianuro mercúrico, además de sus compuestos orgánicos.

Los síntomas de envenenamiento agudo por mercurio se pueden dividir en dos grupos: los que suceden en la boca y tracto gastrointestinal (TGI) y son los primeros en ser percibidos van desde el regusto metálico en la boca, ardor y constreñimiento de la garganta, así como dolor en el TGI, náusea y vómito constantes; y los síntomas sistémicos, que comparte con el resto de los metales pesados y van desde ansiedad, palpitaciones, aumento de la presión sanguínea y daño renal.

Altas exposiciones al mercurio agotan las reservas celulares de selenio disponible para la síntesis de tiorredoxina reductasa y otras selenoenzimas que previenen el daño oxidativo causado por los radicales libres, y cuya carencia sostenida provoca el mal funcionamiento de células cerebrales, lo que eventualmente provoca la muerte. Por otro lado, el mercurio se almacena en los riñones, lo que provoca lesiones renales que eventualmente causan síndrome urémico, una alteración en las funciones bioquímicas y fisiológicas durante el desarrollo de la insuficiencia renal en estadio terminal. Otros síntomas de la acumulación del metal en la sangre incluyen ceguera, parálisis cerebral, sordera, problemas de crecimiento así como deterioro de las funciones mentales y pulmonares.

Los compuestos orgánicos del mercurio suelen ser bastante más perniciosos que el elemento en sí: el más peligroso, el dimetilmercurio, es tan tóxico que incluso una gota derramada sobre la piel puede causar la muerte. El más importante, por las afectaciones a la vida y la salud de millones de humanos actualmente es el metilmercurio, o MeHg+, un catión metálico formado por un grupo metilo (CH3) y un átomo de mercurio. Este es un subproducto de innumerables procesos humanos, desde la fabricación de pinturas y recubrimientos hasta la quema de basura. El metilmercurio se acumula en el agua, donde pasa al interior de peces y mariscos, donde se concentra en la cadena alimentaria hasta ser ingerido por los humanos cuando consumimos grandes especies de peces depredadores, como el salmón o el atún.

El caso más conocido de esta afección ocurrió en la bahía de Minamata en Japón en la década de 1940, de donde se deriva el nombre común del envenenamiento por metilmercurio, la enfermedad de Minamata, un desorden neuro tóxico causado por la ingesta de productos marinos contaminados con compuestos de metilmercurio cuyos síntomas principales incluyen trastornos sensoriales, ataxia, contracción concéntrica del campo visual, y desórdenes auditivos. Si una madre es expuesta a altos niveles de metilmercurio durante el embarazo, su bebé puede sufrir de la enfermedad de Minamata fetal, y podrá mostrar síntomas diferentes a la versión adulta de la condición. Más de 3,000 personas han muerto a causa de esta enfermedad, y los casos de envenenamiento por ingesta de mercurio orgánico siguen aumentando año con año.

Es ingeniero en Sistemas Computacionales. Sus áreas de conocimiento son tecnologías, ciencia y medio ambiente.

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