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Opinión

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El odio migratorio

A los migrantes les echa la culpa de que tienen el empleo que los estadounidenses deberían tener, pero este argumento es una falacia. Se trata de trabajos duros que se realizan en el campo o en la ciudad.

Ante la ausencia de políticas públicas que resuelvan los problemas que se han acumulado en la sociedad estadounidense, los republicanos han desatado una xenofobia contra migrantes. El más virulento es Trump que ya descubrió una veta de discurso que le produce más simpatizantes. Acusa a la migración de “envenenar la sangre de nuestro país”.

Hay, sin embargo, republicanos que califican de repugnante la postura de Trump. El exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, considera que Trump insiste en echarle la culpa a los migrantes de los males del país con el objeto de conseguir votos.

Trump ha declarado que de ganar las elecciones retomará la construcción del muro fronterizo, acelerará las deportaciones y acabará con la política de dar ciudadana a los hijos de los inmigrantes nacidos en Estados Unidos.

Es notable la indiferencia de los demócratas como partido y como ciudadanos que dejen pasar las barbaridades retóricas de Trump , razón por la cual éste se siente envalentonado.

Los republicanos en el Congreso también tienen una moneda de cambio con el gobierno al plantear que sólo autorizarán los recursos que Biden ha solicitado para apoyar a Ucrania si endurece su política migratoria.

A los migrantes les echa la culpa de que tienen el empleo que los estadounidenses deberían tener, pero este argumento es una falacia. El empleo que ocupan los migrantes es rechazado por la población blanca y negra. Se trata de trabajos duros que se realizan en el campo o en la ciudad.

Lo que es incomprensible es que Estados Unidos, un país de migrantes, la población blanca y republicana no reconozca la contribución valiosa de la población que ha emigrado a ese país. Un ejemplo sobre la importancia económica de la migración es que si se prohibiera la contratación de un millón de trabajadores indocumentados en la industria de la construcción en el estado de Texas, se tendría una crisis.

Si bien el 90% de los empleos creados en Estados Unidos en los últimos 20 años está en los sectores de salarios bajos, éstos son los que aceptan los migrantes.

México, además de su propia migración hacia Estados Unidos y Canadá, es un país de tránsito de migrantes que quieren irse a Estados Unidos o quedarse en México. Quieren trabajar pero en nuestro país esa posibilidad es difícil. México, por su crecimiento demográfico, demanda 1 millón 200,000 empleos cada año y nunca se ha logrado la creación de ellos a ese nivel. Por eso aumenta el desempleo y la migración. México es un exportador de mano de obra.

La migración irregular hacia México como trampolín para irse a Estados Unidos tiene ahora niveles sin precedentes de aumento. Se trata de más de medio millón de extranjeros que llegaron el año pasado y su origen es de cinco continentes. Estados Unidos es el objetivo. Nadie piensa emigrar hacia Rusia o China.

A nivel mundial y por países estamos necesitando de un sistema de asilo y gestión de la migración que sea efectivo y solidario. El problema es internacional porque hay países expulsores y receptores de población migrante. El enemigo es el nacionalismo y la xenofobia.

smota@eleconomista.com.mx

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