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Opinión

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El pacto Putin-Kim es una oportunidad para Occidente

El pacto de defensa entre Rusia y Corea del Norte no deja dudas sobre la determinación del presidente ruso Vladimir Putin de derrocar el orden internacional existente. Pero el acuerdo también podría tensar las relaciones del Kremlin con China, perturbando potencialmente los esfuerzos chino-rusos por socavar la unidad occidental.

MADRID. Junio ha sido un mes muy ocupado para el presidente ruso Vladimir Putin. En un discurso en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, describió sus términos para las negociaciones de paz con Ucrania y propuso establecer un sistema de seguridad internacional alternativo en colaboración con China.

Una semana después, durante una visita de dos días a Pyongyang, firmó un pacto de defensa estratégica con el dictador norcoreano Kim Jong-un. Rusia y Corea del Norte se comprometieron a brindarse mutuamente asistencia militar inmediata en caso de guerra, lo que no deja dudas sobre la determinación del Kremlin de socavar el orden internacional liderado por Estados Unidos mediante la formación de alianzas con autoritarios de todo el mundo.

En su discurso de una hora de duración el 14 de junio, justo antes de una cumbre de paz encabezada por Ucrania en Suiza, Putin cubrió una amplia gama de temas. Comenzó con la llamada “operación militar especial” en Ucrania, discutió el surgimiento “inevitable” de un nuevo orden mundial multipolar y abordó los esfuerzos occidentales para “frenar el desarrollo del sur global”, destacando la presidencia rusa del grupo BRICS+ (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, además de Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos).

Además de sus quejas habituales, Putin describió las condiciones de Rusia para la paz en Ucrania, exigiendo que las fuerzas ucranianas se retiren de las cuatro regiones anexadas por Rusia en 2022. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, rechazó rápidamente estos términos, que guardan un sorprendente parecido con el ultimátum emitido por Putin al comienzo de la invasión. El rechazo de Zelensky fue repetido por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien enfatizó que es Rusia la que debe retirarse del territorio ucraniano. Incluso destacados comentaristas rusos reconocieron que las demandas de Putin eran poco realistas y las consideraban un intento de presionar a Occidente en lugar de un intento genuino de lograr la paz.

Putin también confirmó una vez más que Rusia está en guerra no sólo con Ucrania –a la que considera un aliado– sino con Occidente, especialmente Estados Unidos. Al predecir el colapso inminente de “todo el sistema de seguridad euroatlántico” y denunciar las estrategias occidentales para garantizar la defensa de Europa, Putin esbozó un plan de cinco pasos para establecer un sistema euroasiático de garantías de seguridad colectiva bilaterales y multilaterales.

Este marco, argumentó Putin, complementaría las iniciativas chinas de seguridad global, marcando otra etapa en la asociación “sin límites” de Rusia con China. Al enfatizar que la nueva alianza de seguridad estaría abierta a los miembros de la OTAN, Putin instó a los países europeos a reconsiderar la presencia militar de “potencias externas en la región euroasiática”, una clara desviación de los principios de la OTAN.

Si bien estos argumentos no eran nuevos, destacó el énfasis en el sur global, particularmente África y América Latina. Al igual que otros demagogos y autoritarios, Putin destacó la importancia de BRICS+ como contrapeso geopolítico al poder occidental y expresó su apoyo a los esfuerzos por desarrollar un sistema de pagos independiente para los países miembros, libre del control occidental. Esto es parte de una estrategia más amplia de Rusia para socavar la arquitectura financiera global existente, mitigando así el impacto de las sanciones económicas encabezadas por Estados Unidos.

El momento del discurso de Putin no fue una coincidencia. Reflejó el esfuerzo continuo del Kremlin por dar forma a debates políticos críticos en Occidente e influir en las campañas electorales en países como Francia, donde la manifestación nacional de extrema derecha de Marine Le Pen podría socavar los esfuerzos europeos por diseñar una estrategia coherente para Rusia.

Una parte importante del discurso de Putin estuvo dedicada a la Unión Europea, a la que durante mucho tiempo ha considerado subordinada a Estados Unidos. En un claro intento de revivir viejas divisiones, se dirigió a “políticos de escala verdaderamente europea y global” que son “patriotas de sus países y naciones” y que, como el fallecido presidente francés Charles de Gaulle, entienden que el bienestar de Europa depende de mantener relaciones amistosas con Rusia.

Putin, por supuesto, olvidó mencionar sus propios esfuerzos por socavar el orden global existente. Junto con China, Rusia ha actuado durante mucho tiempo como saboteador en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero las recientes acciones de Rusia –como el uso de su veto para poner fin a una misión humanitaria en áreas controladas por los rebeldes en Siria y el cierre de un panel de expertos que supervisa el cumplimiento de las sanciones económicas a Corea del Norte– han alarmado a los diplomáticos internacionales.

Los términos del pacto de seguridad con Kim reflejan el tratado de 1961 entre la Unión Soviética y Corea del Norte y representan una escalada significativa, incluso para los estándares de Putin. Además del apoyo norcoreano a la guerra de agresión de Putin en Ucrania, el acuerdo indica un mayor apoyo ruso a las ambiciones nucleares de Kim, en detrimento de los vecinos de Corea del Norte, incluida China.

En respuesta, Corea del Sur convocó al embajador ruso y anunció que considerará enviar armas a Ucrania. China, el mayor socio comercial de Corea del Norte, ha tratado de distanciarse de esta alianza rebelde. Pero los avances de Rusia podrían, en última instancia, erosionar la influencia de China sobre Corea del Norte y aumentar las tensiones con Occidente, poniendo así en peligro las ambiciones geopolíticas a largo plazo del presidente chino Xi Jinping.

Dado que es poco probable que Putin abandone sus esfuerzos por erosionar la unidad occidental y socavar el orden internacional actual, Occidente debería centrarse en explotar cualquier posible ruptura, incluso las menores, entre Rusia y China. En este sentido, la alianza de Putin con Kim ofrece una oportunidad ideal para debilitar la asociación chino-rusa.

La autora

Ana Palacio, exministra de Asuntos Exteriores de España y exvicepresidenta senior y asesora general del Grupo del Banco Mundial, es profesora invitada en la Universidad de Georgetown.

Copyright: Project Syndicate, 2024

www.project-syndicate.org

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