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Opinión

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El pánico del Presidente

Nada justifica la ausencia del Presidente, el terror que parece producirle el contacto con los ciudadanos, quienes están pagando por su guerra frontal .

Platicando sobre la inconcebiblemente tardía reacción del presidente Calderón al asesinato de 16 jovenes en Ciudad Juárez, un amigo me decía: ¿De qué te sorprende? ¿Hace cuánto tiempo que no ves al Presidente en contacto directo con un grupo de ciudadanos?

Tiene razón. Si mi memoria no me falla, la última vez que la Presidencia de la República decidió exponer al Presidente en un encuentro público , fue en aquel fallido ensayo de programa televisivo en el que un acartonado Calderón respondía preguntas en vivo de una audiencia cuidadosamente escogida e igual de acartonada que el Mandatario. El presidente Calderón le tiene pánico al contacto con sus gobernados.

No es un Presidente cercano ni solidario. Su forma de relacionarse con nosotros sería quizá poco importante si el Jefe del Ejecutivo no hubiera lanzado una guerra contra el narcotráfico a nombre de todos nosotros. Me explico: una parte esencial de ganar la guerra contra el narco –si es que efectivamente se puede– tiene que ver con ganar el corazón y la mente de los mexicanos. The hearts and minds, como dicen los estadounidenses.

Para hacerlo, los ciudadanos deben creer que el Estado está de su lado, que trabaja con ellos, que los acompaña en su dolor, que les da certidumbre en momentos difíciles.

Lo que el presidente Calderón debía haber hecho una vez que supo de la masacre de Juárez, fue haber regresado a México para viajar a esa ciudad y escuchar, de viva voz, los reclamos y la tristeza de las familias de los jóvenes asesinados. Él, el Jefe del Estado mexicano, debería de haber encabezado -sin protagonismo- la indignación pública, paliar un poco la sensación espantosa de sentirnos solos, abandonados y a merced de los caprichos del crimen organizado.

En cambio, el Presidente de hielo decidió no alterar su gira por Japón, que seguramente calificará de un éxito . Tampoco pidió a su Secretario de Gobernación ir a Juárez a acompañar a las familias y amigos de Yomira Delgado, Rodrigo Cadena, Carlos Moreno, Brenda Escamilla, José Adrián Encino, Horacio Soto, Jesús Enríquez, José Luis Aguilar, Jesús Segovia, Edgar Díaz, Eduardo Becerra, Jaime Rosales y de las otras cuatro personas que aún no han sido identificadas por las autoridades. En cambio, el Presidente guardó silencio durante más de 24 horas y declaró, entrevistado por el Japan Times, que en México el imperio de la ley se ha fortalecido .

Retomo las palabras de Adrián Cadena, padre de Rodrigo Cadena de 17 años, que en entrevista de radio en el programa Atando Cabos dijo llorando:

Créame que yo no estoy enojado con nadie. Tengo una bola de sentimientos encontrados porque no se vale, no se vale (…) mataron a todos los niños. Yo convivía con ellos porque jugaban futbol americano, estaban festejando el cumpleaños de uno. No se vale, yo no estoy enojado con nadie, los que tengan que hacer su trabajo que lo hagan (…) que se dejen de tanta promesa.

Que lo hagan. Que todo ese dinero que invierten en campañas, lo pongan para darle solución a esto, porque no es justo (…). No se vale señor presidente Calderón, escuche estos gritos. Somos padres que les duele. Me arrancaron mi corazón, apenas lo había inscrito a sexto semestre el jueves y me lo mataron el sábado, no se vale señor presidente Calderón, yo soy muy respetuoso del Estado de Derecho .

Después de eso poco queda por agregar. Nada puede justificar la ausencia del Presidente, el terror que parece producirle el contacto directo, emocional y espontáneo con los ciudadanos de a pie… ésos que están pagando las facturas de su guerra frontal .

afvega@eleconomista.com.mx

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