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El paso a paso para empezar a invertir (V)
(Quinta parte)
Hablemos ahora del rol que juega en un portafolio de inversión la segunda de las tres grandes clases de activos: invertir en negocios. Eso es exactamente lo que hacemos cuando compramos acciones de empresas: nos volvemos dueños de una parte de ellas.
Mucha gente piensa que invertir en bolsa es muy riesgoso, porque las acciones suben y bajan constantemente (a veces de manera violenta), porque de repente los mercados se caen. Pero si tenemos un horizonte de largo plazo, esto no debería preocuparnos demasiado.
A pesar de la volatilidad, a la larga una empresa que crece en ingresos y en utilidad, que gana participación del mercado, se vuelve más valiosa. Su valor se aprecia. Esto se ve reflejado tarde o temprano en el precio de sus acciones.
En general, hay dos maneras de obtener ganancias cuando uno invierte en empresas:
Dividendos que no son más que una parte de las utilidades que la empresa entrega a los accionistas. No todas las empresas pagan dividendos, ya que muchas de ellas tienen la política de reinvertir la totalidad de las utilidades en el propio negocio, para hacerlo crecer.
Apreciación en el precio de su acción. Por ejemplo, si uno compra acciones de una compañía a 100 pesos y después de un tiempo suben a 120 pesos, uno puede venderlas y realizar 20 pesos de utilidades.
Invertir en negocios es fundamental para cualquier portafolio de inversión a largo plazo. Incluso las personas más conservadoras y con una fuerte aversión al riesgo deben considerarlas aunque sea en una pequeña proporción. ¿Por qué? Simplemente porque las empresas son las que generan el crecimiento económico en el mundo y porque en general, el rendimiento potencial es más elevado que al invertir en instrumentos de deuda.
Pensemos por un momento: si fuera más rentable poner nuestro dinero en el banco y ganar intereses, nadie invertiría en negocios. Pero no es así. La gente pone negocios y toma un riesgo, porque la ganancia esperada es mayor.
Sin embargo, como ya hemos hablado mucho en esta serie, lo más importante al invertir es controlar nuestro riesgo y no perseguir rendimientos. Recordemos: necesitamos construir un portafolio de inversión diversificado que, dada nuestra tolerancia al riesgo, pueda maximizar el rendimiento potencial. Primero el riesgo, luego el rendimiento. Esto es clave y no me cansaré de repetirlo: es la lección más importante en inversiones.
Eso significa que no podemos invertir todo nuestro dinero en una acción. Tampoco debemos invertir exclusivamente en acciones. Ni siquiera debemos hacerlo en un sólo sector (por ejemplo, varias acciones pero todas relacionadas con la tecnología). A veces es tentador cuando los mercados están en una época de bonanza y crecen de manera vertiginosa, pero siempre hay épocas de recesión y muchas veces ocurren cuando nadie las ve venir (muchas cosas no se pueden predecir, como una pandemia o una guerra). Si uno excede su tolerancia al riesgo, cuando esto sucede, cuando parece que el mundo se está cayendo a pedazos, uno tenderá a tomar decisiones precipitadas y esto, cuando se trata de dinero, suele ser sumamente peligroso. Nuevamente: primero el riesgo, luego el rendimiento. El riesgo se controla a través de la diversificación.
Ahora bien, varias preguntas pueden surgir, por ejemplo: ¿En cuáles acciones invertir? ¿Cómo elegirlas? ¿Se puede invertir desde México en empresas de otros países? Todas son preguntas muy relevantes, porque en los mercados globales cotizan un número enorme de empresas, algunas grandes y consolidadas, pero también empresas más pequeñas con tecnologías innovadoras y disruptivas, muchas de las cuales ni siquiera conocemos. Lo bueno es que para tener éxito ni siquiera es necesario analizarlas o ser un experto. Sí, leíste bien: eso no significa que no tomaremos decisiones informadas. Hablaremos de ello en la siguiente entrega.