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El paso a paso para empezar a invertir (VIII)
Ahora que conocemos con más profundidad las tres maneras de invertir nuestro dinero y el papel que cada una de ellas puede jugar en un portafolio de inversión, vale la pena hablar de cómo podemos poner todas esas piezas juntas. Pero recordemos:
Los instrumentos de deuda implican prestar nuestro dinero a un emisor (un gobierno o una empresa) quien nos promete pagar intereses periódicos a una tasa que por lo general es fija (pero puede ser variable) y devolvernos el capital en un periodo determinado. Son tan seguros como quien los emite.
Es difícil que un gobierno fuerte como Estados Unidos, Japón o Suiza incumpla con el pago de sus deudas, pero no es imposible. O empresas como Apple, muy sólidas financieramente y con una gran cantidad de efectivo en mano. Países como México tienen un riesgo mayor, otros como Venezuela un riesgo bastante elevado.
Por otro lado, nos generan un ingreso estable (el pago de intereses). Sin embargo, en muchos casos es menor a la inflación buena parte del tiempo (aunque hay instrumentos que protegen nuestro capital contra la inflación, como los Udibonos en México). Los emisores, al igual que nosotros, buscan que su deuda tenga el menor costo posible.
Los instrumentos de deuda también se cotizan todos los días en los mercados financieros, por lo cual su precio puede variar. Los de corto plazo tienen muy poca volatilidad, porque vencerán muy pronto. Pero los de largo plazo, pueden presentar una variabilidad importante, aunque estadísticamente mucho menor a la que presentan las acciones.
Invertir en negocios, por otro lado, significa ser dueño de empresas líderes en el mercado, o que están rompiendo paradigmas. Son responsables de la innovación, del desarrollo tecnológico y del crecimiento económico mundial. La misión de cualquier empresa, al final, es maximizar el retorno de las personas que invertimos en ellas.
Si fuera más rentable simplemente ganar intereses mediante instrumentos de deuda, nadie se arriesgaría a poner un negocio. Eso significa: ofrecen un mayor rendimiento potencial en el largo plazo y por eso todas las personas, incluidas las más adversas al riesgo, deberían incluirlas en su portafolio, aunque sea en un pequeño porcentaje. Pero tienen una gran desventaja: el precio de las acciones puede tener variaciones muy bruscas en periodos cortos.
La idea de construir un portafolio de inversión, como ya hablamos, es primero controlar el riesgo y luego maximizar el rendimiento. Debemos tener muy clara nuestra tolerancia al riesgo, lo que significa saber qué tanto podemos aguantar caídas en nuestro portafolio sin ponernos nerviosos.
Entonces, una persona muy conservadora, con muy alta aversión al riesgo, no podría aguantar tener un porcentaje grande de su dinero en acciones de empresas. Es alguien que prefiere ver que su portafolio crezca de forma lenta pero segura. Puede tolerar cierta volatilidad, pero no demasiada. En ese sentido, su portafolio estaría concentrado principalmente en instrumentos de deuda con diferentes plazos, con un pequeño porcentaje en acciones, que le permita no sólo conservar el poder adquisitivo de su dinero, sino incrementarlo. Un ejemplo de un portafolio conservador podría ser 90% en instrumentos de deuda, 10% en acciones.
Una persona sumamente agresiva y experimentada, que se sienta cómoda con la volatilidad porque la ha vivido y entiende que es parte del juego, podría tener un portafolio totalmente opuesto: 90% en acciones, 10% en instrumentos de deuda. Este sería un portafolio de alto riesgo. Vale la pena destacar que incluso la persona más agresiva del mundo debería tener al menos una pequeña parte de su portafolio en instrumentos de deuda de corto plazo (alta liquidez).
Cuando los mercados van muy mal se pueden presentar oportunidades interesantes. Si en tiempos de crisis tenemos todo invertido en acciones (que han caído estrepitosamente) y no contamos con cartuchos disponibles, no tendremos forma de aprovecharlas. Siempre necesitamos tener cierta flexibilidad.
Hablaremos más sobre construcción de portafolios en la siguiente entrega.