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El paso a paso para empezar a invertir (décima parte)
En la columna del martes hablamos de dos portafolios muy simples que cualquiera podría replicar. Uno de ellos es agresivo y es el recomendado por Warren Buffett en la carta anual a los inversionistas de Berkshire Hathaway en el 2013. El otro es el clásico portafolio 60/40 que ha sido ampliamente recomendado, por décadas, en Estados Unidos, para personas con perfil de riesgo moderado e incluso para aquellas que ya están en su etapa de retiro.
Ambos portafolios consisten solamente de dos clases de activos: acciones de empresas norteamericanas e instrumentos de deuda emitidos por el gobierno de Estados Unidos. Pueden ser replicados con sólo dos instrumentos, eficientes y de muy bajo costo (hablaremos acerca de cuáles son muy pronto - pero adelanto que no son fondos de inversión).
Estos portafolios, en los dos casos, dejan fuera empresas de cualquier otra parte del mundo (Europa, Asia, Mercados Emergentes) e instrumentos de deuda de otros países (o empresas). La razón es porque siendo norteamericanos, tienen un gran sesgo y se olvidan de todo lo demás. Así como muchos mexicanos nos concentramos demasiado en nuestro mercado local (lo cual afortunadamente está cambiando).
Algunos dicen que las empresas grandes en Estados Unidos tienen operaciones en todo el mundo y reciben buena parte de sus utilidades de sus divisiones internacionales, por lo que invertir en ellas implica exposición a la economía global. Esto es parcialmente cierto, sin embargo, no debemos olvidar que las empresas norteamericanas representan poco más de 50% del valor de capitalización global. Hay compañías europeas y asiáticas muy interesantes. En todo el mundo hay innovación tecnológica y oportunidades en mercados emergentes que tienen un crecimiento acelerado. No deberíamos dejarlos fuera.
Además, las acciones norteamericanas tienden a cotizar una mayor valuación (están más caras) que las de otros países. En ciertos periodos (recordemos, los mercados son cíclicos), las acciones de países desarrollados tienen un mejor desempeño, o las de los mercados emergentes.
Con los instrumentos de deuda es bastante más complicado, porque si bien hay beneficios de diversificación al incluir distintas monedas, plazos y riesgo emisor podemos terminar introduciendo mayor volatilidad de la necesaria. Recordemos: esta clase de activo implica prestar nuestro dinero a alguien más a cambio de recibir intereses. Su función en un portafolio de inversión es para dar estabilidad, sobre todo en periodos de alta incertidumbre y volatilidad.
En colaboraciones anteriores hablamos que los emisores de instrumentos de deuda buscan endeudarse al menor costo posible. Igual que nosotros. En este sentido, desde hace muchísimos años los bonos norteamericanos, aún los de largo plazo, han ofrecido rendimientos inferiores o cercanos a la inflación. Algunos países como Alemania han incluso emitido bonos con tasa de interés negativa, aunque esto parezca no tener sentido. Hay inversionistas globales que prefieren perder dinero, literalmente, a cambio de seguridad. Obviamente esto implica que los instrumentos de deuda alemanes emitidos con anterioridad, que tienen una tasa positiva, suben de precio (se vuelven más valiosos).
Entonces, no debemos complicarnos demasiado la vida. Podemos invertir una parte de nuestro dinero en instrumentos de deuda mexicanos, que todavía dan un muy buen rendimiento, algunos de los cuales garantizan una tasa atractiva arriba de la inflación.
Si no tenemos buenas perspectivas de nuestro país y queremos cobertura cambiaria, podemos invertir en bonos norteamericanos o globales, con un sólo instrumento (igualmente eficiente y de bajo costo). Hablaremos más de esto la próxima semana.