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Opinión

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El poder de ahorrar e invertir unas cuantas monedas

Los principios de mi educación financiera se los debo a mis padres y a mis abuelos. Aunque quizá no de la manera que ustedes piensan. Aprendí viendo distintos contrastes: mi abuelo materno era muy disciplinado, no tenía deudas y había logrado construir un pequeño patrimonio. Mi padre siempre fue desordenado y se sentía presionado cada vez que tenía que pagar algo, o que llegaba el estado de cuenta de la tarjeta de crédito. Mi abuelo vivía tranquilo, mi padre vivía estresado.

Mi mamá y mi abuelo me compraron una alcancía cuando era niño y me enseñaron que para poder juntar dinero suficiente para comprarme algo que quería, tenía que ahorrar. Yo metía algunas monedas a la alcancía y ellos me ayudaban con otras. Recuerdo con cariño cómo a veces mi abuelo compraba algo, le daban cambio y le preguntaba si podíamos meter alguna de esas monedas a la alcancía.

Esperaba pacientemente a que se llenara. Cuando podía romperla, era muy satisfactorio ver la “pequeña fortuna” que había acumulado. Lo primero que hacía con ese dinero era comprar otra alcancía. Me acostumbré a que el cambio que tenía, era para meterlo ahí.

Me casé muy joven, cuando tenía sólo 21 años. Ganábamos muy poco, teníamos la responsabilidad de un bebé y eso nos forzó a manejar con mucho cuidado nuestro dinero y estirarlo lo más posible.

Mi esposa hoy recuerda con cariño cómo la “asaltaba” cada vez que llegaba a casa. Las monedas que teníamos los dos iban a una alcancía que era para el “fondo de educación” de nuestra hija. Ella era nuestra prioridad. Al principio, sin embargo, le molestaba muchísimo que hiciera eso. Pero pronto vio los beneficios.

Cada tres meses aproximadamente se llenaba la alcancía y lográbamos juntar 1,000 pesos, de puros cambios: dinero que no extrañábamos y que de otra manera nos hubiéramos gastado sin saber ni en qué. Lo depositábamos en una cuenta de inversión y así empezamos a construir, poco a poco, un fondo educativo que creció con los años.

Para muchas personas puede parecer poco. No para nosotros: era prácticamente la única forma como podíamos ahorrar. Mi esposa se dio cuenta de la importancia de haber hecho eso y hasta la fecha me agradece la lección financiera. Al grado que tiempo después ella era quien me “asaltaba” cada vez que llegaba a casa.

Mi padre me enseñó, con su ejemplo, que yo no quería estar endeudado. Mi abuelo me enseñó que para formar un patrimonio no necesitaba mucho dinero ni tampoco hacer enormes sacrificios. Simplemente un poco de constancia y disciplina en el ahorro. Por mi cuenta aprendí que mi dinero perdía poder adquisitivo y por eso me esforcé en aprender a invertirlo de manera inteligente.

¿Qué pasa si logras ahorrar sólo 350 pesos al mes desde que cumples 20 años y lo inviertes en un ETF de bajo costo que replique el Índice S&P 500, y actualizas este monto cada año con la inflación? Históricamente este índice ha dado, en horizontes de muy largo plazo, un rendimiento real promedio (arriba de la inflación) de poco más del 6% anual.

A los 65 años habrías juntado más de un millón de pesos, con el mismo poder adquisitivo que tienen hoy. Recuerda: ahorraste sólo 189,000 pesos en total durante ese periodo, el resto son puros rendimientos. Claro, en la medida en que puedas incrementar ese ahorro, los resultados serán aún mejores.

Siempre he dicho que el secreto para construir patrimonio en la medida de nuestras posibilidades económicas es simplemente la constancia, la disciplina y la inversión inteligente.

contacto@planeatusfinanzas.com

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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