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El populismo economico y México
Desde el atentado fallido del sábado, muchos asumen que Trump ganará las elecciones en EU en noviembre. Aunque mucho puede pasar y hay que ser cautelosos antes de declararlo ganador, es relevante entender cuál será la política económica del próximo gobierno de EU en caso de ganar Trump.
Para entender esto, es útil la entrevista de Ezra Klein en su podcast a Oren Cass, quien fuera asesor de política interna de Romney y ahora director de American Compass, una organización que busca reorientar el conservadurismo estadounidense hacia un enfoque centrado en las familias trabajadoras y la revitalización económica.
La entrevista revela la batalla ideológica en términos de economía política dentro del partido republicano. Si bien muchos de los leitmotifs tradicionales republicanos, considerados neoliberales —como la reducción de impuestos, la desregulación, el balance fiscal—, siguen presentes en el proyecto 2025, la plataforma real de Trump, el discurso y la elección de JD Vance como VP señalan un viraje hacia lo que se conoce como “populismo económico”.
Este modelo se aleja del liberalismo, que ve en el comercio un modelo óptimo basado en ventajas comparativas, y se acerca más al mercantilismo económico, que ve el comercio internacional como un juego de suma cero donde los países y gobiernos deben maximizar sus ganancias frente a los esfuerzos de otros.
La teoría, y en este caso práctica, es que EU se ha quedado atrás de sus rivales, en particular China, con quienes tiene un déficit comercial de más de un billón de dólares. A través de subsidios ilegítimos, China ha desarrollado su capacidad productiva en detrimento de la industria de EU. Ese déficit está financiado con grandes cantidades de deuda, donde EU se endeuda para financiar su consumo actual y vende bonos del tesoro a competidores, que no son más que promesas de ingresos fiscales futuros.
El nuevo populismo económico ya no ve esto como algo positivo y parte de la necesidad de regresar la actividad industrial a Norteamérica y volver a tener una capacidad manufacturera en EU para bienes estratégicos como los microchips. Por esto, Trump ha manifestado su deseo de gravar con un 10% todos los artículos importados a EU y los provenientes de China al 60 por ciento.
Estas políticas han sido implementadas desde la primera administración de Trump y continúan bajo Biden, como el programa CHIPS y la guerra comercial con China de aranceles. En el fondo, responde a la nueva coalición electoral de los republicanos, que incluye sindicatos y sectores obreros —el lunes habló en la convención republicana el líder sindical de los Teamsters, algo impensable hace 15 años.
La primera gran interrogante para entender las implicaciones del nuevo populismo económico de EU para México es nuestra posición. Para el que escribe la respuesta es obvia. Compartimos una frontera de más de 3,000 km, nuestras economías están totalmente integradas, intercambiamos más de 700,000 millones de dólares y una parte importante de la “nación” mexicana vive en EU. De China importamos mucho, pero exportamos poco.
Aceptar ser parte de este bloque comercial implica costos. No podemos seguir coqueteando con China en sectores como el automotriz o el acero. También habrá costos en temas no económicos como violencia, drogas y migración. En muchos sentidos, tendremos que jugar por sus reglas, sobre todo en temas como el energético. Pero esperar la misma doctrina económica del partido republicano de los Bush o Romney sería no entender dónde estamos parados.