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Opinión

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El presidente y el octavo mandamiento

En muy diversas ocasiones, de manera particular en sus comparecencias de la mañana, el presidente López Obrador hace referencia a los valores del cristianismo y de la Biblia, cita versículos del Antiguo y el Nuevo Testamentos.

Es pública su relación cercana con las iglesias evangélicas de tendencia pentecostal y en diversas ocasiones en Palacio Nacional ha recibido a líderes de estas Iglesias, en particular al pastor Arturo Farela y ha participado en círculos de oración dirigidos con él.

El presidente, de manera pública, reivindica al cristianismo y sus valores como fuente de su inspiración. Los 10 Mandamientos son parte fundamental de la propuesta de las muy diversas iglesias cristianas.

El octavo de los 10 Mandamientos, que son comunes a las iglesias cristianas, plantea: “No darás falso testimonio ni mentirás”.

Hay diversos estudios que muestran que el presidente miente de manera consciente y en forma sistemática en sus comparecencias de la mañana y también en otras de sus intervenciones a lo largo del día.

SPIN, Taller de Comunicación Política, que diariamente sigue la comparecencia mañanera del presidente, registra que todos los días dice un promedio de 10 mentiras que pueden probarse con facilidad. Y que también hace otras 20 afirmaciones que es imposible verificar si son verdaderas o falsas.

Es evidente, es un hecho público, que el cristianismo del presidente no contempla el octavo mandamiento. Se lo brinca o también, eso no es público, pide a Dios o a su guía espiritual que perdone su pecado.

Es también frecuente que el presidente levante falsos testimonios. En las comparecencias de la mañana, sin prueba alguna, acusa a personas, instituciones y medios.

Nunca pide disculpas, tal vez lo haga delante de Dios, de cualquier manera lo que sí hace, ante la falta de pruebas, es dejar de insistir en la acusación. El falso testimonio, con todo, ahí queda.

En todo caso, aquí también quebranta de manera abierta y pública el octavo mandamiento. Y los acusados por él, que ven dañada su fama, nunca cristianamente les pide perdón y repara el daño que les ha causado.

El presidente en muy diversas ocasiones ha dicho que está “tranquilo con su conciencia”. Ante el cúmulo de mentiras probadas que dice todos los días no lo debería estar.

Y tampoco ante los falsos testimonios que levanta con mucha frecuencia y el daño que hace a la fama de las personas, las instituciones y los medios de comunicación.

Nada indica que el presidente vaya a cambiar, porque las mentiras conscientes y sistemáticas, por un lado, y el levantar falsos testimonios, por otro, son elementos centrales de su discurso.

De cualquier manera, lo que es evidente, es que en el cristianismo del presidente no existe el octavo mandamiento o si existe queda relevado de su cumplimiento y sólo vale para los otros.

Asesor Político. Licenciado en filosofía, maestro en sociología y doctor en ciencias sociales por la Universidad Iberoamericana (Campus Santa Fe, México). Tiene estudios de comunicación en el ITESO (Guadalajara, Jalisco) y de desarrollo institucional en el INODEP (París, Francia). De 1966 a 1979 estuvo en la Compañía de Jesús.

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