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Pemex y el cambio climático: el riesgo de que se convierta en dinosaurio
Ni los ecologistas levantan la voz para pedir que los grandes planes para Pemex incluyan un compromiso más radical con el medio ambiente
Escena 1. El director de Pemex es el invitado principal en la conferencia mañanera del presidente AMLO del 24 de septiembre. Octavio Romero recibe una felicitación por haber puesto fin a 14 años de caída de la producción petrolera y por el trabajo que ha realizado en la incorporación de reservas de petróleo al patrimonio de Petróleos Mexicanos. En el 2019, Pemex ha perforado 59 pozos, comparado con 19 en el 2018 y 24 en el 2017.
Escena 2. 13 de las mayores petroleras del mundo firman un acuerdo para lograr cero emisiones de carbono para el año 2050. Muy cerca de la sede de la ONU, sellan el compromiso los presidentes de BP, ExxonMobil; Chevron, ENI, Total, Shell, Saudi Aramco y una petrolera china (Pemex no estuvo ahí). Las empresas firmantes representan 30% de la producción mundial de petróleo y gas. ¿Por qué se comprometen? “Nosotros no seremos dinosaurios”, dijo Patrick Pouyanné, presidente de la francesa Total. Esbozó un futuro para su empresa donde crecerá su presencia en energías renovables, gas natural, baterías eléctricas y captura de carbón.
Los dos eventos ocurrieron con pocas horas de diferencia. Uno en la Ciudad de México y el otro en Nueva York. Podríamos decir que ocurrieron en universos paralelos. En México, el presidente reiteró su visión: su afán por producir más combustibles fósiles y rescatar a Pemex. Convertir la producción de petróleo y la refinación de gasolinas en palancas del desarrollo nacional. Cuando habla de Pemex, AMLO describe un futuro donde el petróleo y la gasolina siguen siendo protagonistas de la vida cotidiana y de las finanzas públicas. Nunca describe un Pemex protagonista en energías renovables y casi nunca se pronuncia para exigir que reduzca su huella de contaminación. Las palabras de AMLO encuentran una audiencia que lo escucha con fervor y lo apoya en sus acciones y en sus omisiones. Ni los ecologistas levantan la voz para pedir que los grandes planes para Pemex incluyan un compromiso más radical con el medio ambiente. Es el mayor contaminante de México y una de las 10 mayores emisoras del mundo de gases de efecto invernadero (GEI). Esta empresa es responsable de 1.7% de todos los gases (GEI) que se produjeron en el mundo entre 1988 y el 2015.
En la otra galaxia, las mayores petroleras del mundo describen sus planes para migrar hacia energías renovables y cambiar su rol: de emisores de dióxido de carbono en “enterradores” del mismo. En otros lados, florece la industria de sepultar bajo tierra el carbón exhausto. Los mensajes de los líderes de la industria son sofisticados, pero no generan mucha confianza. Será porque en el último año, las mayores petroleras han puesto en marcha proyectos de energía convencional que valen 50,000 millones de dólares. La firma del compromiso puede ser un acto de relaciones públicas y una forma de evitar un linchamiento en la cumbre de la ONU, dedicada al cambio climático.
El cambio en el patrón de producción y consumo energético está ocurriendo muy rápido. Pemex corre el riesgo de convertirse en dinosaurio. Para concluir, dos preguntas: ¿será verdad que Pemex es tan diferente a las grandes petroleras del mundo o es tan sólo un asunto de narrativa diferente porque se trata de audiencias diferentes? ¿En qué momento se instaló la idea de que México no puede darse el lujo de pensar en políticas de energía limpia como las que impulsan los países de Europa Occidental... y China?